Page 89 - Ciudad Equis 1985
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—¿Cuántas aspiradoras necesitarías vender para pagarte un viaje a la India?


               —Aproximadamente 328 máquinas de las más potentes.


               —¿Cuánto vale un sueño?


               El hombre comenzó a buscar en su cerebro una cifra que evidentemente no
               existía. Al cabo de unos instantes abandonó la investigación y con algo de
               vergüenza le respondió al cantinero:


               —Los sueños no tienen precio.


               Seis semanas después el ex buscador de tormentas y ex vendedor de aspiradoras
               (había descubierto que su verdadera vocación era vender pararrayos) se paseaba
               emocionado debajo del tormentoso cielo de Cherrapunji.


               Nada más caer las primeras gotas, tocaba el timbre más cercano y se ofrecía para
               ayudar a quitar la ropa de los tendederos. Cuando no quedaba calcetín alguno a
               merced de la lluvia, regresaba a la calle para abrir su paraguas escocés y
               contemplar con una sonrisa el prodigio de la lluvia.


               Era feliz.


               Se había atrevido.
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