—¿Y si les preguntamos a los tíos, a los hermanos de la abuela?
—Nos dirían lo mismo que mamá... que se murió y que está enterrada... ¡Ya sé!
—exclamó Rodrigo exaltado, pues se le había ocurrido una gran idea—. Vamos
a ir a visitar a la tía Mariana. ¡Ella nos tiene que decir la verdad!