Page 15 - La desaparición de la abuela
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¿no creen?


               —¿Y por qué mi mamá no nos dijo la verdad? ¿Qué tenía de malo que nos
               contara lo mismo que nos has contado tú? —preguntó Rodrigo muy extrañado.


               La tía Mariana conocía perfectamente bien a su hermana y sabía las razones:


               —Porque a tu mamá todo esto le ha dolido como no se imaginan. No tienen idea
               de cuánto. El día que las autoridades la dieron por muerta y se abrió su
               testamento, tu mamá lloró como no lo había hecho hasta entonces. Ella me dijo
               que era preferible pensar que había muerto a imaginarla viva y sufriendo en
               algún sitio.


               Ante la tristeza de la tía Mariana, los muchachos guardaron un profundo
               silencio. Ella intentó sonreírles, pero las lágrimas corrían lentamente por sus
               mejillas.


               —Cuando desapareció, apenas tenía cuarenta y cinco años. ¡Era tan joven y tan
               llena de vida!


               Esto último les pareció a los chicos una locura absoluta. ¿Cómo podía pensar su
               tía que una señora de cuarenta y cinco años era joven...? ¡A esa edad las mujeres
               ya eran muy viejitas! No dijeron nada para no contrariarla, pero hicieron
               cuentas: suponiendo que estuviera viva, sería una ancianita de cincuenta y cinco
               años.


               Mariana sonrió adivinando lo que pensaban sus sobrinos.


               —Sí, ya sé que piensan que ¡cómo que apenas cuarenta y cinco años! A su edad,
               la gente grande les parece viejísima, ¿verdad?


               Al ver de nuevo a su tía sonreír y con los ojos otra vez chispeantes, los
               muchachos sintieron un gran alivio y sonrieron a su vez. De pronto, a Rodrigo se
               le ocurrió algo importante.


               —Oye tía... ¿nos dejarías ver algunas cosas de la abuela? No sé...
               papeles...fotos... cosas así.


               Mariana dudó un momento; finalmente dijo:
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