Page 14 - La desaparición de la abuela
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saliva.


               —¡Pero eso suena a película de espías, tía! Está muy raro, ¿no? —se exaltó
               Esteban.


               —Rarísimo. Los dos primeros años fueron una búsqueda constante. Hablamos
               con sus amigas, con los vecinos, con sus compañeros de trabajo, con los de la
               editorial... ¡con medio mundo! Como si la tierra se la hubiera tragado. Pensamos
               de todo: que si se había metido en un convento, que si se había ido de viaje, que

               si... bueno, hasta llegamos a pensar si no se la habían llevado los extraterrestres.

               —¡Ay, tía! ¿Cómo crees? —se enfadó Rodrigo—. Más bien parece un secuestro
               terrícola.


               —Claro, también lo pensamos... pero cuando secuestran a la gente, piden rescate
               por ella. Y nunca nadie nos llamó para pedirnos nada.


               Rodrigo empezó a lanzar preguntas como loquito:


               —¿Cuánto tiempo la buscaron? ¿En dónde está el trabajo que estaba haciendo?
               ¿Por qué dicen que está muerta? ¿Hay cosas de ella entre las que se pueda buscar
               algo todavía?


               La tía Mariana movió la cabeza de un lado a otro con gran pesar.


               —La buscamos afanosamente durante dos años. Al cabo de ese tiempo, la
               policía y detectives privados intentaron rastrearla durante tres años más. El caso
               de tu abuela hasta apareció en la televisión, con la esperanza de que alguien la
               hubiera visto. Era un caso más, como muchos otros. Finalmente, las autoridades
               la dieron por muerta... y nosotros también, aunque yo tengo la esperanza de que
               aún esté viva.


               —¿Y por qué a Esteban y a mí nos dijeron que se había muerto y hay tanto
               misterio alrededor de eso? —preguntó Rodrigo decepcionado.


               —Porque ustedes dos —explicó Mariana— la adoraban. Estaban muy chiquitos
               y ya no se han de acordar de ella. Tú, Rodrigo, tenías cuatro años, y tú, Esteban,
               dos. Al principio se les dijo que se había ido de viaje porque constantemente
               pedían ir a verla, y después que se había ido al cielo... y más tarde, que se murió.
               Como que estaba muy complicado explicar a niños tan chiquitos algo tan difícil,
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