Page 25 - Diario de guerra del coronel Mejía
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Martes 26 de mayo de 1942






               Estoy pensando que el colegio está lleno de traidores infiltrados. El único que
               quiso unirse a mi batallón de vigilancia fue Mondragón. Pero a la hora de la
               salida me dijo que le daba mucha flojera y que mejor no. Le dije que era una
               misión muy importante porque no sabemos si algún italiano está de espía entre
               nosotros, porque pueden parecerse mucho a los mexicanos, ya que también son
               morenos, pero dijo que no le gustaba mucho la idea de patrullar la calle todos los
               días. Le hice ver que eso lo convertía en un traidor a la patria y entonces me jaló

               los cabellos. Mondragón siempre está jalándole los cabellos a todo el mundo. Yo
               creo que por chaparro. De todos modos no hubiera sido buena idea que estuviera
               en el batallón de vigilancia.


               Otra cosa que ocurrió es que le pregunté a Bretón si su apellido era italiano y me
               dijo que no, que era francés. Le creí porque es de los pocos del colegio que no
               me molestan con eso de “Dumbo”. Luego le pedí que se uniera al batallón, pero
               tampoco quiso.


               Es una lástima que nadie haya querido unirse al Ejército porque ya tengo
               pensadas varias estrategias para descubrir espías. Una es aprender algunas
               palabras en italiano y, a cualquiera en la calle que le veamos cara de italiano,
               decirle esas palabras, y si responde o se pone nervioso, lo agarramos. Lo malo es
               que no sé quién nos podría soplar esas palabras en italiano.


               Luego pensé también en decirle a Sofi Fuentes si no le gustaría ayudar como
               enfermera, porque a la guerra no van las mujeres a menos que sea como
               enfermeras. No le dije nada entonces, pero a lo mejor un día que la vea jugando
               en el patio de la vecindad. Porque si tenemos alguna baja en alguna acción de
               guerra sería bueno tener a la mano una enfermera valiente, y Sofía Fuentes es
               muy valiente. Sólo hay que recordar la vez que se raspó la rodilla en la clase de
               gimnasia y le salió mucha sangre y no lloró nada. A lo mejor un día que la vea
               jugando en el patio de la casa.






               El Coronel cursaba el tercer grado en la escuela particular Instituto América, en
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