Page 39 - Diario de guerra del coronel Mejía
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Jueves 11 de junio de 1942






               Salí de la escuela y acompañé a mi mamá al centro en tranvía. Parece que ya se
               está acostumbrando a que lleve mi rifle, mi bitácora y mi libro de estrategias
               para todos lados porque cada vez se enoja menos. Fuimos a comprar telas para
               unas cortinas que quiere hacer. Muchos niños me veían con envidia por mi rifle
               sobre el hombro, pero eso no me importa. Yo no lo hago por gusto sino porque
               estamos en guerra. De regreso, mi papá todavía no llegaba para la comida y mi
               mamá me dejó salir al patio. Estaban Tavo y Rodrigo. Me empezaron a molestar

               con lo de “Dumbo” y preferí no jugar con ellos. Subí a la azotea a planear
               algunas estrategias. Me encontré unas piedras chiquitas y las acomodé en el
               suelo en formación de infantería. Conseguir muchos triunfos no será difícil, pues
               tengo muy en claro lo que hay que hacer gracias a mi libro.





               Un viaje en tranvía al centro costaba diez centavos. O se podían comprar tres

               planillas de veinticinco centavos, o un abono semanal de cincuenta centavos. La
               señora Mejía solía ir al centro por las más diversas cosas pero, sobre todo, por
               tela para confeccionar ropa y cortinas, pues ése era su pasatiempo favorito. Casi
               siempre llevaba al Coronel con ella para que le ayudara con la bolsa de las
               compras. Y cuando comprendió que en verdad México estaba en guerra con las
               potencias del Eje (aunque éstas estuvieran muy, muy lejos) permitió que el
               Coronel llevara su rifle para todos lados. Esto, con el tiempo, se volvió la seña
               más distintiva del Coronel durante todo ese verano, porque nadie, fuera en la
               calle o en la casa, lo veía sin su rifle y su aire marcial. Excepto, claro, en la
               escuela. La maestra de tercero y cuarto grados, la señorita Guadalupe Rodríguez,
               era muy estricta en lo referente a no meter juguetes al aula. Aunque los baleros,
               las canicas y los trompos eran otra cosa (se podían esconder en la mochila, no así
               un rifle). Por eso el Coronel se presentaba desarmado a la escuela todos los días,
               muy a su pesar.


               En aquellos días se estrenó una película de dibujos animados que debes conocer
               muy bien. Es una película que trata de un elefante volador. Fue un éxito entre
               chicos y grandes. Y cuando el Coronel la vio, en compañía de sus padres,
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