Page 43 - Diario de guerra del coronel Mejía
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Sábado 13 de junio de 1942
He decidido incluir en el batallón a Jorge Ipana. Es un recluta flaco como un
palillo y con el cabello chino, de buen carácter. Le dije que debe cortarse el
cabello y hacer más ejercicio, a lo cual no se opuso. Además, le informé que
debe obedecerme en todo, como buen recluta, porque yo soy su superior. Esta
mañana comenzamos con algunos ejercicios en el patio hasta que mi mamá nos
llamó a comer. Es bueno tener un subalterno porque así es más fácil poner en
práctica las estrategias aprendidas.
Después de comer fuimos con mi padre a la peluquería y pudimos ir marchando
los dos, el cabo Jorge Ipana y yo. A mi padre esto le causó algo de gracia, pero
no nos dijo nada. Además era una buena oportunidad para que el cabo se pelara.
Ya en la peluquería pedí casquete corto para mí porque así es como debe pelarse
uno si es militar. Y desde que se declaró la guerra yo no me había pelado, así que
fue muy bueno. Luego, le dije a Ipana que también tenía que pelarse igual y que
era una orden. De regreso a la casa, mi padre me ofreció regalarme un casco de
soldado. Me dio gusto y a Ipana también; lo malo es que tendremos que esperar.
Mientras, seguiremos usando nuestras cachuchas de siempre.
Para la tarde el cabo y yo estuvimos jugando con el ajedrez pero no sobre el
tablero sino encima del tapete de la sala. Usamos una canica para derribar las
piezas y la verdad nos divertimos mucho. Luego nos quedamos al lado de mi
padre para oír su programa sinfónico, que trató de un señor que dicen que se
quedó sordo y aun así seguía componiendo música.
A la hora de la merienda, el cabo me agradeció mucho que lo hubiera admitido
en el regimiento. Y yo le dije que estaba bien, pero que tenía que ser muy buen
soldado para que no lo mandara fusilar.