Page 82 - Diario de guerra del coronel Mejía
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Miércoles 1 de julio de 1942






               Sofi Fuentes ha aceptado ser la enfermera del regimiento. Eso es muy bueno
               para todos y el batallón está muy contento. Por eso he puesto debajo de esta
               página la promesa de que voy a proteger al cuerpo de enfermeras con mi propia
               vida hasta el fin de esta guerra, y después si se ofrece. Eso rojito que se ve
               debajo es mi propia sangre, pues me piqué un dedo con la punta del compás para
               sellar la promesa, como debe hacer un verdadero guerrero.


               El cabo Ipana y yo estábamos patrullando la zona de la Ciudadela, como es
               nuestra costumbre ahora, puesto que la zona de la vecindad está infestada de
               espías. Entonces, cuando estábamos dando la vuelta a la rotonda de los cañones,
               oímos que me llamaban a la distancia.


               En efecto, era Sofi Fuentes que se encontraba de pie en la esquina del
               restaurante, ahí en Enrico Martínez y Chapultepec. Le dije al cabo que me
               cubriera las espaldas, porque era probable que Sofi estuviera en peligro y

               tuviéramos que hacer fuego a discreción. Cuando llegamos a su lado, tenía la
               bolsa del mandado en una mano. En realidad se trataba de que nuevamente
               necesitaba escolta para ir al mercado, no que la hubieran querido secuestrar los
               espías.


               Ordené al cabo Ipana que se quedara a seguir la patrulla en la Ciudadela y,
               aunque se negó al principio (yo creo que le gusta la nueva enfermera), se lo volví
               a ordenar enérgicamente y con la amenaza de arrestarlo varios días, así que tuvo
               que obedecerme.


               Acompañé a Sofi por toda la Avenida Chapultepec a su lado porque ella así me
               lo pidió y creo que no es tan malo. Después de todo, esto parece tranquilizarla, y
               yo me he dado cuenta de que también es labor de nosotros los soldados hacer
               todo lo posible para que los civiles estén en paz y tranquilos. También me he
               dado cuenta de que a la nueva enfermera le gusta conversar mientras la escolto,
               así que procuré darle gusto también en esto. Y también en darle la mano cuando
               atravesamos Bucareli, porque eso la hace sentir más segura.


               Hicimos sus compras y yo le cubría las espaldas todo el tiempo. Incluso amenacé
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