Page 42 - Escalera al cielo
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DE CÓMO ACABASTE EN LA RAMA MÁS ALTA
DE UN FRESNO.
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Cada día, sentada en tu mesita, jugabas sola.
Con tus hábiles muñones (las manos de mentiritas
solo te estorbaron), ponías cubos de plástico,
uno sobre otro, hasta el techo, hasta el cielo.
Y allá, a las alturas, llegabas tú, mientras los otros,
abajo, al ras del suelo, armaban rompecabezas
y también armaban jaleo juntos, todos juntos,
excepto tú. Nadie quería jugar contigo,
con la niña rara, con la niña monstruo;
la niña manos de foca. Te señalaban,
se reían de ti. Te llamaban de muchas maneras:
¡tú, no!, decían. Tú, no cantes. Tú, no veas.