Page 84 - Escalera al cielo
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del insomnio. ¿Quién llamaba a esas alturas


                                     de la noche?, ¡a esas alturas del quinto piso!






                                   Me levanté para tropezar con todo lo que podía


                                  tropezar. Alcancé la ventana y descorrí la cortina,


                                así como se descorre la única verdad, la que descubrí


                               en esos ojos tras el cristal, enmarcados por la máscara

                                 del plumaje azul cielo; no un disfraz de circo, sino


                                tú misma. ¡Eras tú, eras tú!, con tu nueva apariencia.






                                   Largo tiempo antes habías cesado de arrancarte


                                 las espinitas, cuando descubriste que eran plumas.


                              Dejé que entraras. ¡Mira quién está aquí!, grité a mamá,


                                    que no podía creer que fueras tú. Te recibimos


                                       con besos y lágrimas sin fin, pero dijiste:

                                      tengo poco tiempo para estar con ustedes,


                                        y tengo mucho que contar; tengo poco


                                   y tengo mucho en mis manos que no son manos


                                pero son alas para abrazarlos a los dos. Escuchamos


                                   impacientes tu relato; las breves horas que duró


                              nos trajeron de nuevo a la vida, porque no existe mayor
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