Page 124 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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               Las cuentas y los diagramas habían desaparecido, y eso era lo que decía ahora en
               grandes letras blancas la superficie oscura de la pizarra. «La tiza aún estaba
               fresca», habría dicho Rebecca Paradise al deslizar sobre ella su dedo de experta
               criminóloga.


               Arrastré a Álex hacia un rincón.


               –¡¿Estás loco o qué?! –grité lo más fuerte que pude y lo más bajito de lo que fui
               capaz–. ¡¿Por qué has escrito eso?!


               –Yo lo llamo «publicidad creativa». Ji, ji, ji. Te quejabas de que nadie pasaba por
               el glob, ¿no?


               –¡No, yo no dije que...! Dije que... ¡Bórralo, bórralo, bórralo!


               Pero ya era tarde. Mis compañeros se habían quedado mirando la pizarra y
               algunos, los más curiosos, habían empezado a abrir sus cuadernos por la última
               página –esa que se usa para garabatear caricaturas de los profesores–, a tomar
               nota de la dirección del glob y a lanzarse preguntas de un pupitre a otro.


               «¿Qué es eso de Rebecca?». «¿Lo has escrito tú?». «¿Quién es?». «Esta tarde lo
               miro».


               Solo se hizo el silencio cuando la profesora entró en clase. Y cómo entró.
               Leanne, habitualmente pequeña, parecía haber aumentado su estatura en diez
               pulgadas. De pronto, hasta el nombre se le había quedado corto. Sus tacones
               avanzando hacia la mesa me sonaron a «tic-tac, tic-tac». Otra bomba a punto de
               estallar.


               –Jenkins –dijo sin siquiera levantar la vista de su mesa–, ven aquí.


               Dejé las gafas sobre el pupitre porque, si iba a tener que escuchar un montón de
               gritos, al menos prefería no verlos. ¿Cómo se habían enterado tan pronto de lo
               del glob? ¿Era muy grave el delito que había cometido? ¿Te metían en prisión
               por hacerte pasar por otra persona en internet? Ya podía ver cómo me sacaban de
               mi escuela número cuatro para llevarme a mi cárcel número uno, vestida con
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