Page 123 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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Reportaje de investigación
«Quiero que salgamos con ello el lunes», había dicho Sofía. De modo que el
lunes siguiente, durante el recreo, no falté a la cita conmigo misma en el retrete
averiado. Las palabras de Álex me habían fastidiado bastante, y esperaba que
Sofía y sus compinches regresasen para poder continuar por alguna parte la
historia de Rebecca.
No regresaron.
Volví a clase para comentar el misterio con Álex. Solía encontrármelo
merodeando junto a la puerta como un perro perdido que espera a que su dueño
vuelva a casa. Luego, al verme llegar, brincaba sobre mi espalda, me daba un par
de puñetazos de broma y gritaba cosas como:
–¡Eh, no te he visto en todo el recreo! ¿Has estado temporalmente no operativa?
¿Tenías que actualizar el servidor? ¿Eh? ¿Eeeh?
Aquella mañana, en cambio, no me dijo nada. Al verme llegar, le asomó a los
labios una sonrisita idiota. Y la sonrisita traía de la mano una risita: «Ji, ji, ji».
–¿Qué pasa? ¿De qué te ríes?
–Ji, ji, ji. De nada.
–¿Cómo que de nada?
–Ji, ji, ji.
–¿Te estás riendo de mí o qué?
–¡No! Entra en clase y ya verás. Ji, ji, ji.
Cuando al fin se formó la fila y entramos en clase, casi se me para el corazón.
Debo de ser de las pocas niñas de once años y seis meses que han estado a punto
de morir fulminadas de un infarto: