Page 120 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–Le falta acción.
Eso no lo dijo mi misteriosa gemela del espejo, sino el propio Álex, asomado a
la pantalla del ordenador por encima de mi hombro. Me piqué.
–¿Cómo que le falta acción?
–Sí, acción, que ocurran más cosas. Siempre estás con que si los espías esto, los
espías lo otro. Pero a Rebecca nunca le pasa nada de verdad.
–¡Está buscando información! –protesté.
–Información... ¿sobre qué?
–¿Y yo qué sé? –pregunté, enfadada–. Rebecca soy yo, y si a mí no me pasa
nada emocionante, a Rebecca tampoco.
–¡Eh! –se defendió Álex–. Que yo no tengo la culpa.
–¡Es que se suponía que el blog era para darme una nueva identidad! Pero la
nueva identidad vive encerrada en un blog, el blog está encerrado en el
ordenador, el ordenador en tu cuarto y en tu cuarto nunca pasa nada. Ni nadie. Es
como vivir atrapada en una caja fuerte. Como una lombriz.
Aunque no lo creas, yo entendía lo que quería decir. Y me parece que Álex
también:
–Ya. Sería distinto si Rebecca viniera de verdad al colegio, ¿no?
No contesté a eso, porque no creí que hubiese nada que contestar. Sin embargo,
Álex se quedó muy pensativo, trepó con la agilidad de un mono pelirrojo a la
litera de arriba y se tumbó boca abajo a meditar.