Page 182 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–¡Bah! –protestaron–. ¿No tienes una en el móvil? Ahí no se distingue una
patata.
–Sí, se ve a una niña borrosa llamando a una puerta.
–De hecho, esa podías ser incluso tú –observó la líder–. Espera, ¿no eres tú?
–Bu-bueno –admití, nerviosa–, soy yo pero no soy yo. De hecho, la de la foto es
Úrsula. O sea, es Úrsula pero parece Sofía. Y yo... yo soy Rebecca. Rebecca
Paradise.
–¿Qué? ¡Pero si lleváis las mismas gafas! –añadió la pelirroja.
–Esta... –dijo por fin la líder amenazante, clavando sus uñas pintadas de rosa
sobre la foto–, ¡esta eres tú! Y tú nos estas robando el recreo con tus jueguecitos
de agente secreto. Hala, adiós, Úrsula, Sofía, Rebecca o como te llames. Que
tengas buen viaje al manicomio.
Me quedé allí, con mi cuaderno, mi bolígrafo, mi periódico y mi fracaso, viendo
cómo todas se adentraban en el patio cuchicheándose a carcajadas.
¿Todas? ¡No!
La chica del pelo alborotado fue rezagando sus pasos hasta que perdió al grupo,
y entonces regresó corriendo y sofocada hasta mí.
–¡Hola! –apenas podía respirar–. Oye, ¿de verdad eres... Rebecca Paradise? ¡¿La
del blog?!
–No lo sé –dije, confundida. No sabía cuál sería la respuesta correcta.
–¿Cómo que no lo sabes? ¡Descálzate!
–¿Perdona?
–Que te quites una zapatilla.
Me la quité sin entender nada y, bajo el sol filtrado por las hojas de los árboles,
las dos contemplamos un pie decorado con uñas verdes. Mi pie.