Page 228 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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La urraca y la gallina
No sé cómo, pero me las arreglé para llegar tarde de nuevo al periódico. Claro
que no tan tarde como para que la reunión ya hubiese finalizado. O eso creía yo.
Y es que, de camino a El Noticiero, me topé con un montón de niños que salían
atropelladamente del aula con sus mochilas colgando del hombro, papelajos
desordenados entre las manos y bolígrafos aún destapados entre los dientes.
–¿Qué pasa? –pregunté–. ¿Habéis acabado la reunión?
–La han suspendido –dijo una niña, empujándome al pasar.
–No –aclaró otro–. No la han suspendido. Di más bien que nos han echado.
–Mira, lo que pasa es que ahí dentro están discutiendo a grito pelado.
–¿Sí? Pues yo creo que lo que querían era echarnos. Es imposible trabajar con
ese escándalo. Van a acabar matándose.
En efecto, incluso a través de la puerta cerrada llegaban voces que discutían
acaloradamente y a mucho volumen. Mientras el resto de niños aprovechaban
para escabullirse y poder llegar a sus casas un poco antes, yo decidí investigar un
poco. Así que dejé que desaparecieran pasillo adelante y entonces abrí –muy
lentamente– la puerta.