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Bases psicopedagógicas de la enseñanza y del entrenamiento deportivo I – CFEM
Esta lista podría seguir infinitamente, ya que como venimos diciendo a cada uno le motivan cosas distintas. A continuación vamos a diferenciar entre la motivación que viene de mi mismo (motivación intrínseca) y la que me viene de fuera (motivación extrínseca).
3.3. MOTIVACIÓN INTRÍNSECA Y EXTRÍNSECA:
Como avanzábamos en el apartado anterior, existen dos tipos fundamentales de motivaciones: la intrínseca y la extrínseca.
La motivación intrínseca: Sería cuando el individuo realiza una actividad por el simple placer de realizarla, sin que nadie de manera obvia le de algún incentivo externo. Como ejemplo, tenemos los hobbies, la sensación de placer, la auto-superación o la sensación de éxito.
La Motivación extrínseca: Sería cuando lo que atrae al individuo no es la acción que se realiza en sí, sino lo que se recibe a cambio de la actividad realizada. Por ejemplo, una situación social (Soy Cristiano Ronaldo y me reconocen por la calle), dinero, comida o cualquier otra forma de recompensa.
Vistos ambos tipos, a lo mejor os ha surgido la duda de si alguno de los dos es más efectivo que el otro (probablemente 9 de cada 10 de vosotros os habéis hecho esta pregunta). Los estudios que se han realizado acerca de esto, parece que demuestran que, la motivación intrínseca suele ser más útil cuando lo que se busca es que una actividad perdure en el tiempo. Sin embargo, la motivación extrínseca, puede ser muy buena al principio de comenzar una actividad deportiva para crear una rutina (aunque tenga menos perdurabilidad que la intrínseca).
Otra circunstancia que se puede dar es que la aparición de la motivación extrínseca llegue a hacer desaparecer una motivación intrínseca previa. Lo vemos con un ejemplo muy ilustrativo:
Un viejo vivía en una finca en el campo. Allí quería vivir en paz y tranquilidad, pero algunos jóvenes venían a jugar al fútbol a su magnífico terreno y lógicamente, hacían mucho ruido. Después de echarles una y otra vez de su propiedad, el hombre eligió una táctica distinta. Un día, cuando aparecieron los chicos, en lugar de echarles, fue a hablar con ellos. Les dijo que era una persona solitaria y que, en realidad, le gustaba que vinieran a jugar al fútbol, que hicieran ruido y se divirtieran. Así que les ofreció pagarles 10 € a cada uno cada vez que jugaran en su propiedad, ante lo cual los chicos pensaron que era demasiado bonito para ser cierto: ¡ Cobrar por jugar al fútbol!.