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Impulsar itinerarios de mejora de competencias que reconozcan el aprendizaje formal y no formal y permitan la reincorporación en el proceso de educación y formación para mejorar la cualificación de las personas.
Potenciar las enseñanzas de Formación Profesional (formación profesional dual y de los certificados de profesionalidad), mejorando la coordinación entre el sistema educativo, el mercado laboral y el ámbito empresarial.
Establecer iniciativas y pasarelas formativas que promuevan la continuación en los estudios de los grupos con mayor riesgo de abandono educativo temprano.
Revisar los mecanismos de actualización de las ofertas formativas para garantizar la necesaria adecuación entre la oferta y la demanda de cualificaciones.
Intensificar el papel de los servicios y estructuras de orientación en la promoción de la igualdad de oportunidades de aprendizaje y laborales de las personas fomentando la educación a lo largo de la vida.
Reducir la brecha digital, preparando a las personas para la economía digital y los nuevos nichos de empleo de alto valor añadido.
La educación tiene un elevado potencial transformador. Constituye la herramienta más poderosa para mejorar la vida de las personas y multiplicar sus oportunidades. Es también el principal mecanismo de prevención de la pobreza y la exclusión social pues determina la empleabilidad futura y permite romper el ciclo de transmisión intergeneracional de la pobreza. Desde la Unión Europea se propugna “aumentar la capacidad de los sistemas educativos para romper el ciclo de las desventajas, garantizando que todos los niños puedan beneficiarse de una educación inclusiva y de alta calidad, que promueva su desarrollo emocional, social, cognitivo y físico”29.
La dimensión social de la educación debe ser abordada a través de la puesta en práctica de una política de becas y ayudas al estudio que garantice que ningún estudiante abandone sus estudios postobligatorios por motivos económicos. Estas ayudas deben cubrir toda la trayectoria educativa, desde la educación infantil hasta la universitaria, adaptadas a las especificidades de cada uno de esos períodos educativos y siempre con el objetivo de que los menores y jóvenes de orígenes más desfavorecidos no encuentren obstáculos en su educación que les limite en el pleno desarrollo de sus potencialidades. Para avanzar en el proceso de reforma del sistema de becas y ayudas al estudio, de modo que permita mejorar la cohesión social y la igualdad de oportunidades, se debe trabajar en diálogo constante con el conjunto de la comunidad educativa. Este proceso será apoyado por el trabajo del Observatorio de Becas.
La intervención y la escolarización temprana entre los 0 y los 3 años debe ser potenciada, particularmente en relación con los colectivos más desfavorecidos. El impacto positivo de este tipo de programas sobre la conciliación de la vida laboral y familiar permite incrementos en las rentas de los hogares, algo particularmente importante en el caso de familias vulnerables. Además, la evidencia disponible muestra los efectos particularmente positivos de la intervención temprana en niños y niñas de entornos desfavorecidos, al incrementar la
29 RECOMENDACIÓN DE LA COMISIÓN de 20 de febrero de 2013. Invertir en la infancia: romper el ciclo de las desventajas (2013/112/UE).
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