Page 90 - OPOSOCIAL - Estrategia_Prev_y_Lucha_Pobreza_2019-23
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   de incrementar su renta a través de la participación en el mercado de trabajo y combatir así la pobreza y la desigualdad material.
Con el fin de garantizar los derechos laborales de los padres y de facilitar la implicación en las tareas de cuidado en condiciones de igualdad, de hacer frente a situaciones de especial necesidad y de permitir a las familias acercarse a su tasa de fecundidad deseada (considerablemente superior a la actualmente existente), resulta necesario promover la división igualitaria de roles entre hombres y mujeres, así como las tareas de cuidado infantil fuera del hogar a través de servicios de calidad y en condiciones de igualdad, independientemente del nivel socio-económico de los padres.
El periodo de 0 a 3 años resulta clave para el desarrollo infantil, ya que es en dicho periodo en el que se estructuran las bases fundamentales de un individuo como el lenguaje, las habilidades sociales, las capacidades cognitivas y un buen desarrollo emocional o psíquico. Las principales habilidades, competencias y cualidades personales que definen nuestras capacidades para funcionar como seres humanos en la sociedad han sido conformadas y nutridas en la infancia, por lo que las desigualdades en la etapa de desarrollo infantil determinan las desigualdades en la vida adulta y, en consecuencia, contribuyen al mantenimiento del círculo de la desigualdad y la pobreza. Situaciones de vulnerabilidad en la infancia afectan negativamente a aspectos determinantes para el desarrollo equilibrado de la personalidad y el progreso educativo. Intervenir en esos años y ofrecer a todos los niños, niñas y adolescentes un buen comienzo en la vida es clave para lograr una mejor salud futura, y un mejor desarrollo personal, educativo y social en la edad adulta. En consecuencia, el desarrollo de iniciativas de parentalidad positiva aparece como una prioridad para esta Estrategia. Una de las acciones propuestas en este sentido es la de establecer recursos de formación y capacitación para padres, madres y otras figuras con responsabilidades educativas o familiares, con el fin de fomentar modelos parentales positivos, y como factor protector clave en la salud y bienestar emocional de niños y niñas de 0 a 3 años. Este tipo de actuaciones resulta particularmente importante en el caso de familias vulnerables, y para ponerlas en práctica será necesario movilizar los apoyos y recursos de los servicios sociales, sanitarios y educativos.
Existe evidencia de que, tras las vacaciones de verano, los estudiantes presentan un deterioro en sus habilidades y conocimientos adquiridos y llegan al inicio del nuevo curso escolar en peores condiciones a como dejaron la escuela en junio. La brecha estival, como producto de ese “olvido vacacional”, afecta mucho más a los estudiantes procedentes de entornos desfavorecidos. Proporcionar acceso a experiencias de enriquecimiento cognitivo a niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza y con menos recursos culturales es un mecanismo fundamental para disminuir el efecto del “olvido vacacional” y propiciar, de este modo, la compensación y nivelación cultural de niños y niñas de diferentes orígenes socioeconómicos. Se debe, por tanto, poner en marcha programas que sufraguen los costes de incorporar a actividades de carácter lúdico, recreativo, cultural y educativo a los menores tradicionalmente excluidos de las mismas por su incapacidad para hacer frente a matrículas y copagos. Facilitar la conciliación de la vida familiar y laboral de familias económicamente vulnerables que no tienen recursos para sufragarse servicios de cuidados para sus hijos e hijas durante estos períodos constituye un objetivo paralelo para este tipo de programas. Estos
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