Page 19 - Ensayo comprensión lectora
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COMPETENCIA LECTORA




            3.    —¿De qué se trata? —preguntó resignada Dorothy, sabedora de lo que se avecinaba, pues
                  la señora Semprill solo tenía un tema de conversación.


            4.    Salieron de la tienda y echaron a andar calle abajo, Dorothy iba empujando su bicicleta y
                  la señora Semprill daba pasitos a su lado como un pajarillo y le acercaba la boca al oído
                  cada vez más a medida que sus observaciones se iban haciendo más íntimas.


            5.    —¿Ha reparado usted —empezó— en esa niña que se sienta al extremo del banco que hay
                  junto al órgano en la iglesia? Una chica muy guapa, pelirroja. No tengo ni idea de cómo
                  se llama —añadió la señora Semprill, que sabía el nombre y los apellidos de todos los
                  hombres, mujeres y niños de Knype Hill.


            6.    —Molly Freeman —dijo Dorothy—. Es la sobrina de Freeman, el verdulero.

            7.    —¡Ah! ¿Molly Freeman? ¿Así se llama? Siempre me lo había preguntado. Bueno…


            8.    La boca delicada se acercó aún más y la voz quejumbrosa se convirtió en un escandalizado
                  suspiro. La señora Semprill empezó a verter un torrente de purulentas calumnias sobre
                  Molly Freeman y seis jóvenes operarios de la refinería azucarera. Momentos después, la
                  historia se había vuelto tan atroz que Dorothy, que se había ruborizado intensamente,
                  apartó el oído de los labios susurrantes de la señora Semprill. Detuvo la bicicleta.


            9.    —¡No pienso seguir escuchándola! —exclamó de pronto—. Nada de lo que me cuenta
                  de Molly Freeman es cierto. ¡Es imposible! Es una niña buena y discreta…, fue una de
                  las mejores niñas de la parroquia y siempre me ha ayudado a organizar las ventas. Estoy
                  totalmente segura de que jamás haría lo que usted dice.


            10.   —¡Pero, Dorothy, querida! Ya le he dicho que la vi con mis propios ojos.

            11.  —¡No me importa! No tiene usted ningún derecho a hablar así de la gente. Aunque fuese
                  cierto no estaría bien repetirlo. Bastantes males hay en este mundo sin necesidad de ir a
                  buscar más”.


                                                              George Orwell, La hija del clérigo (fragmento).





















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