Page 23 - Ensayo comprensión lectora
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COMPETENCIA LECTORA
2. A Chile la práctica de la lectura llegó con los españoles. En efecto, el secretario de Pedro de
Valdivia, Juan Cárdenas trajo consigo el primer libro que vieron estas tierras: De Regimini
Principium de Tomás de Aquino. Más tarde, entre los siglos XVI y XVIII existió una
valoración negativa de la cultura ilustrada, impulsada tanto por la Corona Española como
por la Iglesia Católica. Solo una pequeña minoría, principalmente masculina, sabía leer y,
a la luz de las velas, estudiaba textos escolásticos y religiosos en sus bibliotecas privadas.
3. Ni siquiera la llegada de la Imprenta en 1811 significó grandes cambios en la percepción
social de los libros. La censura sobre obras consideradas ‛inmorales’ era una práctica
social generalizada y el hábito de la lectura continuó siendo un acto intensivo, privado y
silencioso de solo algunos letrados. Sin embargo, a partir de la década de 1840 en adelante,
un grupo de intelectuales entre los que se destacaban José Victorino Lastarria, Andrés
Bello y Domingo Faustino Sarmiento, impulsaron la formación de una sociedad lectora.
Una de las formas más extendidas durante este período entre las personas ilustradas fue
la lectura en los salones. Los escasos textos que circulaban se leían en voz alta ante un
auditorio mixto, práctica que aseguraba el máximo aprovechamiento de los ejemplares
y favorecía una apropiación colectiva de sus contenidos. Mientras se consideraba que
los hombres leían obras de estudio y textos clásicos, las miradas de las instituciones
católicas y conservadoras estaban puestas en la ‛perniciosa’ tendencia femenina a leer
novelas románticas. No obstante, los salones, como espacios de sociabilidad y difusión
del conocimiento hacia fines del XIX, constituyeron una de las primeras instancias para la
educación de las mujeres de la alta sociedad.
4. Hacia fines del siglo XIX la lectura comenzó a ser percibida como un hábito que permitía
el ascenso social. A esto se le sumó la formación de un incipiente circuito de cultura
popular y tradición oral vertida a la escritura a través de la Lira Popular. Por otra parte, las
editoriales nacionales comenzaron a granjearse éxitos de ventas como Juana Lucero (1902)
o Casa Grande (1908), que durante sus tres primeras semanas vendió 60.000 ejemplares.
5. Con la llegada de la luz eléctrica el panorama para los lectores se hizo cada vez más propicio.
El Estado comenzó a promover la lectura y el libro se convirtió en el gran protagonista
de las transformaciones sociales que comenzaron a gestarse desde 1920 en adelante. El
hábito de la lectura como actividad de esparcimiento se extendió, a lo que se sumó la
inmensa diversificación de la oferta del mercado editorial. Los libros se tomaron parques,
cafés, playas y campos. Asimismo, se consolidó la lectura nocturna en el dormitorio, único
momento de tranquilidad que tenían miles de trabajadores.
6. Durante la segunda mitad del siglo XX, las protagonistas indiscutidas de la cultura impresa
fueron las revistas e historietas. Ellas impulsaron el desarrollo de una lectura más rápida,
superficial y fuertemente asociada a las imágenes.
7. En 1970 el Estado, en un intento de democratizar el acceso a los libros para todos los
grupos sociales, fundó la editorial Quimantú. Sin embargo, este impulso no tuvo
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