Page 4 - Los 3 Regalos Final
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LOS TRES REGALOS



               Ánima parpadeó. No se sentía como su cama, y estaba segura que esa no era su casa.
               Aunque  no  reconocía  el  lugar  donde  estaba  despertándose,  no  sentía  miedo  ni
               desesperación, sino todo lo contrario.
                  Una luz la envolvía, la hacía sentir cálida y esperanzada. Al abrir los ojos, Ánima pensó

               que aquella bella luz era el sol, dándole una sensación de bienestar que la llenó hasta el
               alma. Era la mañana indicada para conocer más acerca de sí misma y el mundo que la
               rodeaba.
                  Su mente estaba envuelta en una extraña niebla, como si no tuviera recuerdos, pero a
               la vez recordaba todo. Había una familia que la esperaba en algún sitio, pero a la vez no
               podía ponerles nombres ni cara a aquellas personas a las que amaba.
                  Intentó recordar, pero por algún motivo no podía hacerlo, hasta que llegó un punto en

               el que se dijo que no valía la pena torturarse recordando. Parecía un hecho natural, que
               alguna parte de ella misma aceptaba como necesario. Era claro que debía comenzar su
               camino o se quedaría por siempre estancada antes de siquiera comenzar a caminar.
                  Ánima se sorprendió al darse cuenta que se encontraba parada en medio de un largo
               camino; la sensación de estar acostada pasó de estar en su espalda a sus pies, era suelo
               sólido, al menos eso la mantenía unida a la realidad. No estaba segura cómo había llegado
               ahí, pero sabía que de alguna forma el destino la había conducido hasta aquella ruta.

                  Luego de caminar por varias horas, sintió algo tirando las cuerdas de su corazón. La
               primera prueba estaba cerca, y Ánima debía concentrarse y esforzarse para superarla.
                  Una niebla espesa comenzó a rodearla, y en pocos segundos, Ánima ni siquiera podía
               ver unos pocos metros delante de su nariz. La luz no la abrazaba ya, estaba sola.
                  Aspiró  suavemente,  alejando  el  miedo  que  amenazaba  con  tomar  control  de  su
               corazón, y continuó moviéndose hacia adelante, hasta ver la masiva formación rocosa

               que crecía como una tenebrosa enredadera hacia el cielo.
                  Comenzó a escalar, sosteniéndose con fuerza a las rocas que continuaban apareciendo
               sobre su cabeza. Nunca antes había trepado algo tan empinado. Era una montaña alta, y
               a medida que subía más y más alto, la temperatura bajaba a un ritmo acelerado.
                  Pronto Ánima comenzó a temblar, su cuerpo le dolía y su respiración se agitaba más y
               más. Sus músculos le ardían, y estaba segura que sus brazos dejarían de responderle en
               cualquier momento. ¿Alguna vez había enfrentado un desafío similar? No estaba segura.
               Esta prueba sacaría a flote su mayor esfuerzo físico.







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