Page 8 - Los 3 Regalos Final
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Su familia vivía de alquiler a un señor en el campo, algo que a Ánima no le disgustaba,
               pero  siempre  sentía  que  podía  haber  algo  mejor.  Investigó  empleos  por  la  zona  que

               tuvieran el suficiente sueldo como para dar buenos ahorros, y una vez que tomó el primer
               trabajo, empezó en la búsqueda de un empleo paralelo.
                  Trabajó y trabajó, y aunque a veces parecía que era una tarea imposible de completar
               (puesto que siempre había nuevos gastos y tentaciones), Ánima sabía que podía alcanzar
               su meta. Utilizó su fuerza de voluntad para continuar adelante, y eventualmente logró
               su cometido.
                  Una vez que la nueva casa estuvo pagada, se despidió de su familia, prometiéndoles
               que volvería pronto; iba a un viaje de autodescubrimiento, y al verlos todos estando tan

               cómodos en su nuevo hogar, podía partir sin remordimiento alguno. Hubo abrazos y
               llantos, pero no se despidieron con pesar.
                  Fue  entonces  que  comenzó  a  caminar  por  la  carretera  desolada,  confiando  que
               encontraría el lugar que debía visitar. De tanto caminar, dio con una serie de atajos que
               la llevaron hasta un gran laberinto, tan enorme que parecía no terminar jamás. Al volver
               sobre sus pasos, vio que su camino de retorno estaba cubierto por ramaje de igual manera.

               Ahora era parte del cuerpo del laberinto.
                  Esto la asustó, pues no estaba segura si lograría encontrar la salida luego de ingresar.
               Sostuvo su colgante entre sus dedos y sonrió, sabiendo que tenía la fuerza de voluntad
               para continuar sin importar cuantos desafíos debería enfrentar.
                  Para su sorpresa, a medida que caminaba, comenzó a notar que el laberinto no era
               estático, sino que cambiaba constantemente. Si no lo completaba con prisa, terminaba en
               un camino sin salida, confundida y desesperada. Pensó en todos los momentos donde
               sus  situaciones  cambiaban,  sus  estados  y  sentimientos  en  la  vida  parecían  no  estar

               estáticos,  y  cuando  ella  quería  buscar  una  salida  para  avanzar  sin  contratiempos,  la
               adversidad ocurría, y terminaba más perdida que antes.
                  Utilizando su inteligencia y capacidad de  aprendizaje para superar su confusión y
               desesperación, comenzó a detectar los patrones que cambiaban, logrando llegar al final
               antes de que el tiempo se agotara. Recordaba cómo su padre le había contado en su más
               tierna infancia que para resolver los laberintos de las tiras cómicas, solo bastaba con ver

               todos los caminos a la izquierda. Si llegaba a un espacio sin salida, no había nada que
               temer, solo se necesitaba regresar sobre sus propios pasos e intentar el siguiente camino,
               siempre a la izquierda.
                  Sabía que si fallaba demasiadas veces, perdería su cabeza por siempre, y se entregaría
               a la locura. En esta prueba se ponía a prueba la pérdida del control de su mente cuando





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