Page 5 - Los 3 Regalos Final
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Apretó sus labios y continuó trepando, determinada en llegar a la cima, sin importar
lo mucho que le costara o doliera. Nada en la vida que valiera la pena era gratis o fácil de
obtener. El esfuerzo hacía los logros más grandes y gratificantes.
Sin embargo, las horas comenzaron a deslizarse con una desesperante lentitud. Ánima
sollozó con una gran angustia, sintiendo que no podía avanzar otro centímetro. Su cuerpo
le ardía de pies a cabeza, sus extremidades temblaban tan fuerte que parecía imposible
moverse hacía la cima, y el dolor que la envolvía la hacía sentir como si estuviera a punto
de morir.
Por un momento Ánima estaba segura de que había fallado, que no había forma de
terminar esta tarea. Moriría allí mismo, en aquella desolada montaña, su cuerpo
abandonado y aislado por toda la eternidad. Sin nadie a quién poder pedir socorro.
Pero había una fibra ínfima en su ser que no le permitía rendirse, sin importar cuánto
le doliera. Estaba sufriendo, quería detenerse y descansar, pero sabía que si se permitía
ese lujo, jamás podría lograr comenzar de nuevo aquel camino.
Lloró con desesperación, temblando bajo la niebla y el desesperante frío que había
empeorado desde que la travesía había comenzado. Cuando estaba segura que todo había
terminado, recordó la luz, la bella y cálida luz que la había llenado de esperanza y supo
que no podía rendirse. Aquella luz era la fuente de su inspiración, era más que solo el sol.
No estaba segura de cómo sabía eso, pero no había duda en su interior de que era la más
pura verdad.
Fue entonces que Ánima comprendió que debía utilizar su fuerza interior, su fuerza
de voluntad para alcanzar la cima. Era un gran poder que estaba dentro de ella, una
fuente inagotable a la cual podía recurrir siempre que la necesitara.
“No me rendiré”, murmuró, tratando con todas sus fuerzas de continuar hacia
adelante, trepando. Era un desafío tan terrible, todo su ser le dolía, el agotamiento era tan
desesperante que por momentos sentía que no podía moverse otro centímetro, y aun así,
Ánima logró continuar.
Continuó trepando, gruñendo con fuerza y determinación; su respiración era agitada.
Ánima sabía que al final valdría la pena todo el dolor, miedo y desesperación.
Para su horror, la montaña seguía y seguía sin importar cuantas horas pasaba
trepando, las piedras parecían nunca terminar. Más de una vez se encontró en el umbral
de la muerte; sus fuerzas agotadas, sus músculos doloridos. Cada vez que se desmayaba
por aquellas terribles condiciones, Ánima terminaba despertándose, con renovada
determinación para completar la prueba.
Tras lo que pareció ser una eternidad, pudo vislumbrar la cima, y sollozó de alivio.
Había superado tanto dolor y miedo, pero allí estaba, solo unos metros delante de ella,
no podía dejar de luchar ahora que podía ver el final de la primera etapa de su largo viaje.
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