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xo8           G. Mar anón
                            creíamos firmemente, nos haya servi­
                            do durante un cierto tiempo para ali­
                            viar muchos sufrimientos y dolores.
                            Después, nuevos estudios nos conven­
                            cen de la falsedad de su fundamen­
                            to científico, y entonces, esa medicina
                            misma, recetada sin convicción, no sir­
                            ve ya. Un ejemplo muy típico es el de
                            la esparteína, con la cual durante mu­
                            chos años nuestros abuelos en la cien­
                            cia han curado, literalmente, a muchos
                             cardíacos, mientras estuvieron conven­
                             cidos de su acción admirable sobre el
                             corazón decaído. Un día se demostró,
                             en un laboratorio, que esta acción era
                             ilusoria, y la esparteína, desinflada de
                             la fe, no ha vuelto a servir más. Y
                             digo todo esto sin temor a depreciar,
                             ante quien me lea, el valor de la cien­
                             cia. Porque esta sugestión que la con-
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