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Vocación y ética
haya pocos índices más ciertos que el
entusiasmo para juzgar de la calidad
moral de los demás. Nada abre el co
razón y muestra con menos reserva sus
más íntimas reconditeces que el entu
siasmo; y al corazón del hombre le
ocurre lo que a las mujeres cuando
exhiben su belleza: que sólo enseñan
lo que saben que está bien. El escép
tico de la virtud de los demás escon
de siempre, en realidad, un defecto
suyo. La raíz de todo escepticismo es
un complejo de inferioridad. Por eso el
hombre o la mujer dolientes, al pre
ferir al médico entusiasta, al anties
céptico, lo hacen porque su instinto
sabe adivinar en esa cualidad llamati
va que es el entusiasmo, la garantía
máxima de su eficacia: la rectitud,
sin la cual la ciencia más profunda