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56 G. Marañan I

la categoría de sabio oficial, situación
por demás incómoda, y que, si es en
verdad sabio, le halagará menos aún
que la obscuridad primitiva.
Ninguno de estos contratiempos ate­
moriza, claro es, al médico de fibra ni
al sabio verdadero. Pero se necesita
para afrontarlos una templadísima vo­
cación. Y vocación, no nos cansaremos
de repetirlo, de la más alta categoría.

El brillo espectacular
de la Medicina.
Mas al lado de estos nobles aspec­
tos de la profesión y de la ciencia mé­
dicas hay otro, de terrible y aparatosa
falsedad, de grandeza fingida, que sirve
de espejuelo a muchas mentidas voca­
ciones y, a la larga, de motivo de yerro
y esterilización a muchos ingenios y

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