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LA SEÑAL DE LOS HUESOS SECOS
Antes hemos dicho que, la Palabra de Dios es muy
específica y muy exacta, y no da lugar a equivocaciones. Y
dentro de esas especificaciones para encontrar las tribus
perdidas de Israel, encontramos la señal de los huesos secos,
que no es otra señal sino el Holocausto sufrido por las políticas
exterminadoras de los nazis en la mitad del siglo veinte y, a
través de los siglos, en otros lugares contra judíos y gitanos,
pues tanto unos como los otros han sufrido varios genocidios, y
no quiero olvidar a los que sufrieron sin motivo alguno, como
sucedió con la Iglesia Evangélica.
Así que, vamos a ver con claridad, que esos huesos son la
casa de Israel y de Judá, y que todas las tribus estaban
sufriendo juntas en el Holocausto.
Se han dicho diferentes barbaridades sobre este pasaje de
Ezequiel 37, como quienes ven en el texto la resurrección de
los creyentes muertos que pertenecen a la iglesia, y eso es una
forma errónea de espiritualizar las escrituras. Aunque la Iglesia
de Cristo está injertada en el olivo, según nos dice Pablo en la
epístola a los Romanos, eso no significa que Israel haya sido
desechado, de hecho, es un error muy grave pensar eso, pues
Pablo lo deja claro cuando les dice: “Pues si algunas de las
ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido
injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la
raíz y de la rica savia del olivo. No te jactes contra las ramas; y
si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.”
(Romanos 11:17-18). Esto no solo nos muestra que Israel no
ha sido desechado sino que, cuando el Apóstol Pablo dice:
“…sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.” se refiere
a que toda la base del cristianismo proviene de Israel y a través
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