Page 423 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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de un espíritu para conseguir algo, primero tiene que dibujar el signo del espíritu al
que desea invocar. El dibujo se tiene que trazar justo delante de un círculo hecho
antes de la salida del sol, en el que se han de colocar el interesado y sus ayudantes.
Si uno desea ayuda financiera, debe invocar al espíritu Aziel. Hay que dibujar su
signo delante del círculo. Si uno quiere otras cosas, tiene que trazar el signo del
espíritu capaz de proporcionarlas. En el lugar donde se va a trazar el círculo,
primero hay que dibujar una cruz enorme con una espada grande con la que nadie
haya sido herido. A continuación, hay que hacer tres círculos concéntricos. El
central se hace con una tira larga de pergamino sin usar y se debe colgar encima de
doce cruces hechas de madera de espino de la cruz. En el pergamino hay que
escribir los nombres y los símbolos acordes con la figura que sigue. Por fuera de
este primer círculo hay que trazar el segundo de esta forma:
Primero se sujeta un hilo de seda roja que se haya hilado o retorcido hacia la
izquierda, en lugar de hacia la derecha. A continuación se ponen en el suelo doce
cruces hechas de hojas de laurel y también se prepara una tira larga de papel
blanco intacto. Se escriben con una pluma sin usar los caracteres y los símbolos que
se ven en el segundo círculo. Se enrolla esta tira de papel con el hilo de seda roja y
se clava sobre las doce cruces de hojas de laurel. Por fuera de este segundo círculo
se hace otro, también con pergamino sin usar, y se clava sobre doce cruces de
palmera consagrada. Después de hacer estos tres círculos, uno se introduce en ellos
hasta quedar de pie en el centro sobre un pentáculo trazado en el medio de la gran
cruz dibujada en primer lugar. Para que salga bien, hay que hacer todo según la
descripción y, después de leer toda la invocación sagrada, se pronuncia el nombre
del espíritu que uno desea que aparezca. Es fundamental que el nombre se pronuncie
con toda claridad. También hay que tener en cuenta el día y la hora, porque cada
espíritu solo puede ser invocado en determinados momentos.
Si bien en el momento de firmar su pacto con el demonio elemental es posible que
el mago negro esté totalmente convencido de que tiene la fuerza suficiente para
controlar de forma indefinida los poderes que se ponen a su disposición, no tarda
mucho en desengañarse. Antes de que hayan transcurrido muchos años, tiene que
volcar todas sus energías al problema de la autopreservación. Un mundo de horrores
al que su propia codicia lo ha ido adaptando se le va acercando cada vez más, hasta
que existe al borde de una vorágine, esperando ser arrastrado a sus turbias
profundidades de un momento a otro. Con miedo a morir, porque entonces se
convertirá en siervo de su propio demonio, el mago comete un delito tras otro para