Page 510 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 510

el  capítulo  anterior.  El  primero  está  en  el  mundo  de  Atziluth  y  los  diez

       círculos son los diez globos de luz situados en el medio de AIN SOPH. Las
       capacidades y los atributos de este árbol se reflejan en cada uno de los tres

       mundos inferiores: la forma del árbol sigue siendo la misma, pero su poder

       disminuye a medida que desciende. Para complicar aún más su doctrina, los

       cabalistas crearon otro árbol, compuesto por los cuatro árboles del mundo,
       pero  que  sólo  contenía  diez  globos.  En  este  árbol  único  se  condensaban

       todos los arcanos que antes estaban dispersos por los voluminosos archivos

       de la bibliografía cabalística.







  Éliphas Lévi decía que si se distribuían las cartas del Tarot según un orden específico,

  uno podía descubrir todo lo cognoscible acerca de Dios, su universo y uno mismo.

  Cuando los diez números que corresponden a los globos (las sefirot) se combinan con
  las veintidós letras relacionadas con los canales, la suma da treinta y dos: el número

  que corresponde a los caminos cabalísticos de la sabiduría. Estos caminos, a los que a

  veces se alude como los treinta y dos dientes de la boca del Gran Rostro o los treinta y
  dos nervios que salen del Cerebro Divino, son análogos a los primeros treinta y dos

  grados de la masonería, que elevan al candidato a la dignidad de príncipe del secreto

  real. Resulta también sumamente significativo para los cabalistas que en las escrituras
  hebreas  originales  el  nombre  de  Dios  aparezca  treinta  y  dos  veces  en  el  primer

  capítulo  del  Génesis.  En  las  traducciones  de  la  Biblia  al  inglés,  el  nombre  aparece

  treinta  y  tres  veces,  según  el  análisis  místico  del  cuerpo  humano  que  hacen  los

  rabinos, la columna vertebral tiene treinta y dos segmentos que conducen al templo de
  la sabiduría: el cráneo.

       Los estudiosos judíos posteriores combinaron los cuatro árboles cabalísticos que

  se han descrito en el capítulo anterior en un solo diagrama completo, al que llamaron

  no  solo  sefirótico,  sino  el  Adán  arquetípico  o  celeste.  Según  algunos  expertos,  la
  creación  que  se  describe  en  los  primeros  capítulos  del  Génesis  es  la  de  este  Adán

  celeste y no la de un hombre terrenal. El universo se formó a partir de las sustancias

  de este hombre divino y en él permanece y seguirá estando, incluso después de que
  las esferas se vuelvan a disolver en su propia sustancia primitiva. En realidad, jamás

  se concibe la divinidad como contenida en las sefirot, que no son más que recipientes

  hipotéticos utilizados para definir los límites de la Esencia Creativa. Adolph Franck

  prefiere comparar las sejfirot con cuencos de vidrio transparentes de muchos colores y
   505   506   507   508   509   510   511   512   513   514   515