Page 515 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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incondicionada, sale Macroprosopo, la Gran Faz, de quien está escrito: «Dentro de Su

  cráneo existen a diario trece mil mirladas de mundos que deben su existencia a Él y

  que Él conserva».        [132]  Del propio Macroprosopo, la voluntad direccionalizada de AIN
  SOPH,  correspondiente  a  Kéter,  la  corona  de  las  sefirot,  salen  las  nueve  esferas

  inferiores,  de  las  cuales  Él  es  la  suma  y  la  causa.  Las  veintidós  letras  del  alfabeto

  hebreo,  con  cuyas  diversas  combinaciones  se  establecen  las  leyes  del  universo,

  constituyen el cetro de Macroprosopo, que Él empuña desde Su trono llameante en el
  mundo de Atziluth.

       De este andrógino eterno y antiguo —Kéter— salen Jojmá, el Gran Padre, y Biná,

  la Gran Madre, por lo general llamados, respectivamente, Abba y Aima; masculino el
  primero,  femenino  el  segundo,  prototipos  del  sexo,  que  corresponden  a  las  dos

  primeras letras del nombre sagrado, Jehová, h w h y, IHVH. El Padre es la w , o I, y la

  Madre es la h , o H. Abba y Alma simbolizan las actividades creativas del universo y

  se establecen en el mundo creativo de Briah. En el Zohar está escrito lo siguiente: «Por
  consiguiente, todo se establece en la igualdad de lo masculino y lo femenino, porque,

  de no ser así, ¿cómo podrían subsistir? Este comienzo es el Padre de todas las cosas,

  el Padre de todos los Padres, y los dos están unidos entre sí, y uno de los caminos

  brilla en el otro: Jojmá, la sabiduría, como el Padre, y Biná, el entendimiento, como la
  Madre».

       Hay diferencias de opinión con respecto a algunas de las relaciones de las partes

  de la primera tríada. Algunos cabalistas, entre ellos Ibn Gebirol, consideran a Kéter el
  Padre, a Biná la Madre y a Jojmá, el Hijo. Según esta disposición, la sabiduría, que es

  el atributo del Hijo, se convierte en la creadora de las esferas inferiores. El símbolo de

  Biná  es  la  paloma,  un  emblema  adecuado  para  el  instinto  maternal  de  la  Madre
  Universal.

       Debido  a  la  gran  similitud  de  su  tríada  creativa  con  la  trinidad  cristiana,  los

  cabalistas  posteriores  reordenaron  las  tres  primeras  sefirot  y  añadieron  un  punto

  misterioso llamado Daath —una hipotética séptima sefira—, situado en la intersección
  de la línea horizontal que conecta Jojmá con Biná con la línea vertical que conecta

  Kéter  con  Tíféret.  Aunque  los  primeros  cabalistas  no  lo  mencionan,  Daath  es  un

  elemento sumamente importante y su incorporación al árbol sefirótico no se produjo

  sin una conciencia plena de la importancia de esta acción. Si Jojmá se considera la
  energía activa e inteligente de Kéter y Biná su capacidad receptiva, Daath se convierte

  en el pensamiento que, creado por Jojmá, fluye hacia Biná. La postulación de Daath

  aclara  el  problema  de  la  Trinidad  Creadora,  que  aquí  aparece  representada
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