Page 766 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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pictórica dibujada con palabras y así se debe interpretar su simbolismo. El Antiguo y

  el Nuevo Testamento de los judíos, las obras de Platón y de Aristóteles, la Ilíada y la
  Odisea de Homero, la Eneida de Virgilio, Las metamorfosis de Apuleyo y las Fábulas

  de Esopo son ejemplos notables de criptografía acroamática en los que se ocultan las

  verdades más profundas y más sublimes de la filosofía mística antigua.

       La clave acroamática es la más ingeniosa de todas, porque la parábola o la alegoría
  se puede interpretar de muchas formas. Durante siglos, los estudiosos de la Biblia se

  han  topado  con  esta  dificultad.  Se  conforman  con  la  interpretación  moral  de  la

  parábola  y  olvidan  que  cada  parábola  o  alegoría  es  susceptible  de  siete

  interpretaciones, de las cuales la séptima —la más elevada— es completa y absoluta,
  mientras que las otras seis (las inferiores) son fragmentarias y no revelan más que una

  parte del misterio. Los mitos de la creación del mundo son criptogramas acroamáticos

  y las divinidades de los diversos panteones solo son personajes crípticos que, si se
  entienden  adecuadamente,  se  convierten  en  elementos  constitutivos  de  un  alfabeto

  divino.  Los  pocos  iniciados  comprenden  la  verdadera  naturaleza  de  este  alfabeto,

  mientras que los no iniciados adoran las letras como si fueran dioses.





       4. La clave numérica. Se han elaborado numerosos criptogramas en los cuales se

  utilizan números, en distinto orden, para sustituir letras, palabras o hasta pensamientos
  enteros. Para leer las claves numéricas por lo general hay que disponer de tablas de

  correspondencias especiales. Los criptogramas numéricos del Antiguo Testamento son

  tan complejos que solo unos cuantos estudiosos versados en la tradición rabínica han
  intentado desentrañar sus misterios. En su Oedipus Aegyptiacus, Athanasius Kircher

  describe  varios  teoremas  cabalísticos  árabes;  además,  gran  parte  del  misterio

  pitagórico  se  ocultaba  mediante  un  método  secreto  que  estuvo  de  moda  entre  los

  místicos griegos y que consistía en reemplazar las letras por números.
       La  clave  numérica  más  sencilla  es  aquella  en  la  cual  las  letras  del  alfabeto  se

  reemplazan por números siguiendo el orden habitual. De este modo, la a se convierte

  en uno: la be, en dos, la ce, en tres, y así sucesivamente; tanto la i como la jota cuentan

  como nueve y tanto la u como la uve, como veinte. Según este sistema, la palabra yes
  se escribiría 23 - 5 - 18. La clave se puede complicar si se invierte el alfabeto, de modo

  que la zeta sea el uno; la i griega (ye), el dos; la equis, el tres, y así sucesivamente. Si

  se  inserta  un  número  sin  significado  o  que  no  cuente  después  de  cada  uno  de  los
  números con significado, la clave se oculta mejor: por ejemplo: 23 - 16 - 5 - 9 - 18.

  Para obtener la palabra yes, hay que eliminar el segundo y el cuarto número. Si se
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