Page 908 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Dios Se mofan de la bondad, mientras reflexionan con la mente ofuscada sobre la
fantasmagoría de lo material. Han olvidado el camino que conduce más allá de las
estrellas. Se han desmoronado las grandes instituciones místicas de la Antigüedad, que
invitaban al hombre a ingresar en su herencia divina, y las instituciones creadas por el
hombre se yerguen ahora donde antes los antiguos templos del saber alzaban un
misterio de columnas acanaladas y mármoles pulidos. Los sabios vestidos de blanco
que entregaron al mundo ideales de cultura y belleza se han envuelto en sus vestiduras
y han desaparecido de la vista de los hombres. Sin embargo, esta pequeña tierra
todavía está bañada —como antes— por la luz de su Generador Providencial.
Criaturas ingenuas siguen haciendo frente a los misterios de la existencia física. Los
hombres siguen riendo y llorando, amando y odiando; algunos sueñan todavía con un
mundo más noble, una vida más plena, una comprensión más perfecta. Tanto en el
corazón como en la mente del hombre, las puertas que conducen de la mortalidad a la
inmortalidad se mantienen entreabiertas La virtud, el amor y el idealismo siguen
siendo los regeneradores de la humanidad. Dios sigue amando y conduciendo los
destinos de Su creación. El camino sigue subiendo, serpenteante, hacia la
consecución. El alma del hombre no ha perdido sus alas, que solo están dobladas bajo
su vestidura de carne. La filosofía sigue siendo el poder mágico que, rompiendo el
recipiente de arcilla, libera el alma de la esclavitud del hábito y la perversión y, como
antes el alma liberada puede desplegar las ajas y remontarse hasta sus propios
orígenes.
Los que proclaman los Misterios vuelven a hablar y dan a todos los hombres la
bienvenida a la Casa de la Luz. La gran institución de materialidad ha fracasado. La
civilización falsa construida por el hombre se ha dado la vuelta y, como el monstruo
de Frankenstein, está destruyendo a su creador. La religión vaga sin rumbo por el
laberinto de la especulación teológica. La ciencia choca, impotente, contra las barreras
de lo desconocido. La única que conoce el camino es la filosofía trascendental. Solo la
razón iluminada puede elevar la parte lúcida del hombre hacia la luz. Solo la filosofía
puede enseñar al hombre a nacer bien, a vivir bien, a morir bien y, de forma perfecta,
a volver a nacer. A este grupo de elegidos —los que han escogido la vida del
conocimiento, de la virtud y de la utilidad—, los filósofos de todos los tiempos te
invitan a entrar, lector.