Page 904 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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sentidos físicos, declara, todo engreído, que no hay nada más que conocer. Quien no
conoce más vida que la física solo es ignorante, pero quien declara que la vida física
es lo más importante y la eleva al puesto de la realidad suprema es ignorante de su
propia ignorancia. Si el Infinito no hubiese querido que el hombre se volviera sabio,
no le habría otorgado la facultad de conocer. Si no hubiese querido que el hombre
fuera virtuoso, no habría sembrado en el corazón humano las semillas de la virtud. Si
hubiese predestinado al hombre a limitarse a su pobre vida física, no le habría
proporcionado percepciones ni sensibilidades que le permitiesen captar, al menos en
parte, la inmensidad del universo exterior. Los que proclaman la filosofía convocan a
todos los hombres a una camaradería espiritual, a una fraternidad de pensamiento, a
una asamblea del Yo. La filosofía invita a todos los hombres a salir de la inutilidad del
egoísmo, de la pesadumbre de la ignorancia y de la desesperación de la mundanalidad,
de la parodia de la ambición y de las crueles garras de la codicia, del infierno rojo del
odio y de la tumba fría del idealismo improductivo.
La filosofía conduciría a todos los hombres hacia las perspectivas amplias y
serenas de la verdad, porque el mundo de la filosofía es una tierra de paz, en la cual
tienen oportunidad de expresarse las mejores cualidades acumuladas dentro de cada
alma humana. Aquí se enseñan a los hombres las maravillas de las briznas de hierba;
cada palo y cada piedra están dotados de palabra y revelan el secreto de su ser. Toda la
vida, bañada en el resplandor del entendimiento, se conviene en una realidad hermosa
y maravillosa. De las cuatro esquinas de la creación brota un cántico fortísimo de
júbilo, porque aquí, a la luz de la filosofía, se revela la finalidad de la existencia: la
sabiduría y la bondad que impregnan el Todo se vuelven evidentes hasta para el
intelecto imperfecto del hombre. El corazón anhelante de la humanidad encuentra aquí
la camaradería que extrae de los lugares más recónditos del alma esa gran reserva de
bondad que allí reside, como el metal precioso en una veta escondida en las
profundidades.