Page 900 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 900

llegar  a  convenirse  en  filósofo  en  el  sentido  supremo  es  aquel  que  vive  la  vida

  filosófica. Lo que el hombre vive es lo que llega a conocer. Por consiguiente, un gran
  filósofo  es  aquel  que  dedica  por  entero  los  tres  aspectos  de  su  vida  —el  físico,  el

  mental y el espiritual— a su racionalidad, que está presente en todos ellos.

       La  naturaleza  física,  la  emocional  y  la  mental  del  hombre  brindan  medios  de

  provecho o detrimento recíprocos entre ellas. Como la naturaleza física es el entorno
  inmediato de la mental, la única mente capaz de un pensamiento racional es la que está

  entronizada  en  una  constitución  material  armoniosa  y  sumamente  refinada.  Por

  consiguiente, la acción correcta, el sentimiento correcto y el pensamiento correcto son

  requisitos previos para el conocimiento correcto y la obtención del poder filosófico es
  algo  que  solo  está  al  alcance  de  los  que  han  armonizado  su  pensamiento  con  su

  manera de vivir. Los sabios, por lo tanto, declaran que nadie puede llegar al máximo

  en la ciencia del conocimiento hasta que no ha llegado al máximo en la ciencia del
  vivir. El poder filosófico es el producto natural de la vida filosófica. Así como una

  existencia  física  intensa  hace  hincapié  en  la  importancia  de  los  objetos  físicos  o  el

  ascetismo metafísico monástico establece la conveniencia del estado de éxtasis, la total
  concentración filosófica conduce la conciencia del pensador hacia la más elevada y

  noble de las esferas: el mundo filosófico o racional puro.

       En una civilización preocupada fundamentalmente por conseguir los extremos de

  la  actividad  temporal,  el  filósofo  representa  el  intelecto  equilibrador  que  puede
  evaluar  y  conducir  el  desarrollo  cultural.  Establecer  un  ritmo  filosófico  en  la

  naturaleza de un individuo por lo general requiere entre quince y veinte años. Durante

  todo  este  período,  los  discípulos  de  antaño  eran  sometidos  constantemente  a  la

  disciplina más severa. Cada actividad de la vida se iba desconectando poco a poco de
  otros intereses y se focalizaba en la parte racional. En el mundo antiguo había otro

  factor más vital, que intervenía en la producción de intelectos racionales y que escapa

  por completo a la comprensión de los pensadores modernos; a saber: la iniciación en
  los  Misterios  filosóficos.  Un  hombre  que  hubiese  demostrado  su  peculiar  aptitud

  mental  y  espiritual  era  aceptado  en  el  conjunto  de  los  cultos  y  se  le  revelaba  la

  herencia inestimable de la tradición arcana, preservada de generación en generación.

  Aquella  herencia  de  la  verdad  filosófica  es  el  tesoro  incomparable  de  todos  los
  tiempos y cada uno de los discípulos admitidos en aquellas hermandades de sabios

  hacía, a su vez, su aportación individual a aquella reserva del conocimiento secreto.

       La única esperanza del mundo es la filosofía, porque todas las penas de la vida

  moderna se deben a la falta de un código filosófico adecuado. Los que perciben al
  menos en parte la dignidad de la vida no pueden por menos que darse cuenta de la
   895   896   897   898   899   900   901   902   903   904   905