Page 280 - Dune
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Fremen.  Yo  te  prometo  un  refugio  y  una  oportunidad  de  derramar  la  sangre  que
           ambos queremos. Puedes estar seguro de ello. Los Fremen sólo te ofrecerán la vida
           de un animal acosado.

               Halleck vaciló, captando la sabiduría y la cordialidad de las palabras de Tuek,
           pero inquieto sin saber exactamente por qué.
               —Confía  en  tus  habilidades  —dijo  Tuek—.  ¿Qué  decisiones  te  han  permitido

           sobrevivir en la batalla? Las tuyas. Decide.
               —Así debe ser —dijo Halleck—. ¿El Duque y su hijo han muerto?
               —Así lo creen los Harkonnen. En lo que se refiere a estas cosas, yo me inclinaría

           a creer lo que dicen. —Una torva sonrisa apareció en su rostro—. Pero solamente en
           estas cosas, por supuesto.
               —Entonces,  así  debe  ser  —repitió  Halleck.  Tendió  su  mano  derecha,  la  palma

           hacia arriba y el pulgar doblado sobre ella, en el gesto tradicional—. Te entrego mi
           espada.

               —Aceptada.
               —¿Quieres que persuada a mis hombres?
               —¿Les dejarías elegir por ellos mismos?
               —Me  han  seguido  hasta  aquí,  pero  la  mayor  parte  de  ellos  son  nativos  de

           Caladan.  Arrakis  no  es  lo  que  imaginaban.  Aquí  lo  han  perdido  todo  excepto  sus
           vidas. Preferiría que decidieran por ellos mismos.

               —Este no es el momento de vacilar —dijo Tuek—. Te han seguido hasta aquí.
               —Los necesitas, ¿no es así?
               —Siempre necesitamos guerreros experimentados… y en estos tiempos más que
           nunca.

               —Has aceptado mi espada. ¿Quieres que los persuada?
               —Pienso que te seguirán, Gurney Halleck.

               —Es de esperar.
               —Por supuesto.
               —Entonces, ¿me toca a mí decidir?
               —Te toca a ti.

               Halleck  se  levantó  del  sillón,  notando  el  esfuerzo  que  le  costaba  aquel  simple
           movimiento.

               —Por ahora, voy a sus alojamientos para ver si están bien instalados —dijo.
               —Consulta  a  mi  intendente  —dijo  Tuek—.  Su  nombre  es  Drisq.  Dile  que  mi
           mayor interés es que reciban el mejor trato posible. Me reuniré contigo dentro de un

           rato. Antes debo controlar el envío de varios cargamentos de especia.
               —La fortuna pasa por todos lados —dijo Halleck.
               —Por todos lados —dijo Tuek—. Los tiempos revueltos son una rara oportunidad

           para nuestros negocios.




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