Page 25 - Escritos sobre ocultismo y masonería
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El segundo error de los antimasones consiste en no querer ver que la
                Masonería,  unida  espiritualmente,  está  materialmente  dividida,  como  ya
                expliqué. Su acción social varía de país en país, de momento histórico en
                momento histórico, en función de las circunstancias del medio y de la época,

                que afectan a la Masonería como afectan a toda la gente. Su acción social
                varía, dentro del mismo país, de Obediencia en Obediencia, donde hubiere
                más  de  una,  en  virtud  de  divergencias  doctrinarias:  las  que  provocaron  la
                formación de esas Obediencias distintas, pues, de haber entre ellas acuerdo
                en  todo,  estarían  unidas.  Por  consiguiente  ningún  político  ocasional  de
                ninguna Obediencia puede ser tenido en cuenta por la Masonería en general,
                o  hasta  por  esa  Obediencia  en  particular,  pues  puede  provenir,  como  en
                general proviene, de circunstancias políticas del momento, que la Masonería

                no creó.
                      Resulta de todo esto que todas las campañas antimasónicas —basadas
                en esta doble confusión de lo particular con lo general y de lo ocasional con
                lo permanente— están absolutamente equivocadas, y que nada hasta hoy se
                probó en descrédito de la Masonería. ¿Según este criterio —el de evaluar a
                una institución por sus actos ocasionales tal vez infelices, o a un hombre por
                sus  lapsus  o  sus  errores  ocasionales—  qué  habría  en  este  mundo  sino

                abominación? ¿Quiere el Sr. José Cabral que los papas sean evaluados por
                Rodrigo Borgia, asesino e incestuoso? ¿Quiere que se considere a la Iglesia
                de Roma perfectamente definida en su íntimo espíritu por las torturas de los
                Inquisidores (provenientes de un uso profano del tiempo) o por las masacres
                albigenses y de los piamonteses? Y con todo, con mucha mas razón se lo
                podría  hacer,  pues  esas  crueldades  fueron  hechas  por  orden  o  con
                consentimiento  de  los  papas,  obligando  así,  espiritualmente  a  la  Iglesia
                entera.

                      Seamos, por lo menos justos. Si le cobramos a la Masonería en general
                todos aquellos casos particulares, otorguémosle el crédito, en contrapartida,
                sobre  los  beneficios  que  de  ella  hemos  recibido  en  iguales  condiciones.
                Bésenle los jesuitas las manos, por haberles sido dado acogimiento y libertad
                en  Prusia,  en  el  siglo  dieciocho  —cuando  expulsados  de  todas  partes,  los
                repudiaba  el  propio  Papa—  por  el  masón  Federico  II.  Agradezcámosle  la
                victoria de Waterloo, puesto que Wellington y Blucher eran ambos masones.

                Seámosle gratos por haber sido ella quien creo la base donde asentó la futura
                victoria de los Aliados: la Entente Cordiale, obra del masón Eduardo VII. Ni
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