Page 24 - Escritos sobre ocultismo y masonería
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Terminé.  Conviene,  sin  embargo,  no  terminar  aún.  Probé  en  este
                artículo que el proyecto de ley del Sr. José Cabral, además del producto de la
                más completa ignorancia del asunto, sería, si fuera aprobado: primero, inútil
                e improductivo; segundo, injusto y cruel; un maleficio para el país en su vida

                internacional. No consideré, porque no tenía que considerar, si la Masonería
                merece el mal concepto en que evidentemente la tiene el Sr. José Cabral y
                otros que nada saben en la materia. Ese punto estaba fuera de la línea de mi
                argumento.  Como,  sin  embargo,  la  mayoría  de  la  gente  no  sabe  razonar,
                puede alguien suponer que eludí ese punto. Voy por eso a tratarlo aunque
                protestando contra mí mismo. Quien sufre con eso es el lector.
                      La Masonería se compone de tres elementos: el elemento iniciático, por
                el  cual  es  secreta;  el  elemento  fraternal;  y  el  elemento  al  que  llamaré

                humano: esto es lo que resulta por ser compuesta por diversas especies de
                hombres, de diferentes grados de inteligencia y cultura, y lo que resulta de
                existir  en  muchos  países,  sujeta  por  lo  tanto  a  diversas  circunstancias  de
                medio y de momento histórico, ante las cuales, de país en país y de época en
                época, reacciona, en cuanto a la actitud social, de forma diferente.
                      En los primeros dos elementos, donde reside esencialmente el espíritu
                masónico, la Orden es la misma siempre en todo el mundo. En el tercero, la

                Masonería  —como  cualquier  otra  institución  humana,  secreta  o  no—
                presenta  diferentes  aspectos,  de  acuerdo  a  la  mentalidad  de  masones
                individuales,  y  de  acuerdo  a  las  circunstancias  de  medio  y  momento
                histórico, de las que ella no tiene culpa.
                      En  este  tercer  punto  de  vista,  toda  la  Masonería  gira,  sin  embargo,
                alrededor de una sola idea: la tolerancia; esto es, el no imponer a alguien
                ningún dogma, dejándolo pensar como mejor entienda. Por eso la Masonería
                no  tiene  una  doctrina.  Todo  lo  que  se  llama  «doctrina  masónica»  son

                opiniones individuales de masones, ya sea sobre la Orden en sí misma, sea
                sobre sus relaciones con el mundo profano. Son divertidísimas: van desde el
                panteísmo naturalista de Oswald Wirth           [12]  hasta el misticismo cristiano de
                Arthur Edward Waite       [13] , ambos intentando convertir en doctrina el espíritu

                de  la  Orden.  Sus  afirmaciones,  sin  embargo,  son  simplemente  suyas;  la
                Masonería  nada  tiene  que  ver  con  ellas.  Ahora,  el  primer  error  de  los
                antimasones consiste en intentar definir el espíritu masónico en general por
                las afirmaciones de masones particulares escogidos ordinariamente con gran
                mala fe.
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