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Quizás son muchos temas que cuidar y abordar para el que nos rodea, pero también aquellos que padecemos un mal, debemos hacer nuestra parte. Debemos entender ese amor de la familia y de los amigos. Quizás, por nuestro mismo desgaste físico y emocional, esperamos acciones o compor- tamientos que cuando no se presentan de la forma que necesitamos, nos hacen sentir lastimados o solos. Estas son lecciones que aprendí en mi proceso y que quizás no siempre apliqué, pero sé que siempre recodaré y recomendaré:
Valora a tu familia y amigos. Ellos están ahí, quieren apoyarte, pero no siempre saben qué hacer o qué expresarte. No asumas por no ver las manifestaciones que tu quisieras.
Debes atreverte a orientar al que te rodea. Si los necesitas, si quieres algo especial de ellos, debes decirlo. Debes tener la con anza que aquellos que quieren un bien para ti, esperan con ansias que les pidas apoyo.
Busca la compañía de los demás. No te quedes aislado. En ocasiones el dolor y el miedo te con eren a una habitación, pero te ayuda el abrir las puertas y dejar entrar el amor y la compañía de los demás.
Ninguna enfermedad nos da derecho a ofender o lastimar a otros. Debemos intentar siempre tener la paciencia y el corazón en las manos.
No juzgues al que no estuvo, no dijo, no pudo. Cada persona reacciona diferente, y no por ello te quiere menos.
Busca apoyo y orientación para tu enfermedad. Existen espacios que ayudan con tratamientos y orientación para aspectos no médicos que es importante tomar en consideración.
Cuídate de manera integral. Procura alimentar tu espíritu a través de la oración y el acercamiento a tu religión. También debes cultivar tu mente a través de la lectura y de acuerdo a tus condiciones, cuida tu alimentación y mantente activo.
Recuerda que nunca estás solo. Frente a todo, Dios está siempre contigo. Es maravilloso tener familia y amigos que te acompañen en tu lucha, pero ante todo, te tienes a ti mismo y tienes a Dios acompañándote en todo momento.
Fe, prevención y acción | Por Beatriz Palacios 8