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El trabajo
Cuando supe que iniciaba un largo proceso para enfrentar mi enfermedad, la Fe me permitió no temer por mi vida. Lo que me angustiaba en primer lugar era mi familia y después, pensar en cómo afectaría este proceso mi trabajo.
Todos aquellos que tenemos la fortuna de tener un trabajo, sabemos que no siempre lo realiza- mos solo por el n de un ingreso económico. Es un hecho que el trabajo te permite cubrir tus necesi- dades materiales, pero también te ofrece el espacio para la realización personal y profesional.
La enfermedad nos hace sentir vulnerables. La debilidad física resultado del proceso, nos hace sentir inseguros. Y es normal sentir temor sobre posibles efectos que tu enfermedad tendrán en tu posición laboral. Existen estudios que arrojan que muchas mujeres que pasan un proceso de cáncer viven consecuencias negativas en su carrera profesional; mi preocupación personal no era solo que- darme sin trabajo, era también afectar carrera, mis proyectos, a mi equipo de trabajo y a todo aque- llos que sentía parte de mi responsabilidad.
No me siento orgullosa de todo lo que hice. El no abandonar mis actividades laborales y tratar de estar lo más presente posible en mis responsabilidades fue un apoyo para mí; me hizo sentir fuerte, a pesar de la debilidad; me hizo sentir necesaria, a pesar de ser yo la que necesitaba. Pero también me hizo perder momentos necesarios cuando uno atraviesa una fuerte enfermedad; momentos de re- exión y de tranquilidad para alimentar el espíritu y fortalecer el alma; momentos con tu familia; mo- mentos contigo mismo y con Dios.
En relación al trabajo y la forma de enfrentar tu relación con el mismo, las siguientes son recomendaciones derivadas de experiencias de varios amigos y mías propias:
Mantener tu mente ocupada en algo que te apasione, es muy recomendable. Tus proyectos y responsabilidades laborales pueden ser un aliciente para hacerte sentir que la enfermedad es pasajera y puedes seguir construyendo el futuro. Pero si no es el trabajo, construye esos planes que te permitan enfocarte y tener pensamientos dirigidos más allá de la enfermedad.
Siempre debes enfrentar tus responsabilidades sin afectar tu condición física. Tus fuerzas deben enfocarse principalmente a salir adelante en la enfermedad; esa es tu principal responsabilidad.
En el trabajo, no todos tienen por qué ser sensibles a tu situación. Trata de ser “normal” frente a los demás, pero apóyate en aquellos en los que más confías para que sean tu soporte en la debilidad.
Se objetivo sobre lo que tienes energía para cubrir de tus responsabilidades. Debes hablar con aquellos que te apoyan o con los líderes en tu organización para que conozcan tus alcances.
Debes ser consciente de que tu situación personal no debe afectar a tu trabajo, por eso debes tener la objetividad para aceptar cuando no estás en condiciones de dar lo que de ti se requiere y pedir el apoyo necesario para sacar adelante tus responsabilidades.
Confía en ti y en Dios. Es un hecho que en ocasiones una organización debe pensar en los resultados, pero tú debes pensar en tu salud, porque solo estando bien podrás aportar lo mejor de ti para salir adelante.
Fe, prevención y acción | Por Beatriz Palacios 9