Page 38 - Cartas a Jóvenes Enamorados (1987)
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El poder del amor




                    El amor es poder. Este principio encierra fuerza intelectual y
               moral, que no se puede separar de él. El poder de la riqueza tiende a
        [32]   corromper y a destruir. El poder de la fuerza es grande para hacer
               daño; pero la excelencia y el valor del amor puro consiste en su
               eficiencia para hacer bien, solamente el bien.

                    Cualquier cosa que se haga por puro amor, por pequeña o despre-
               ciable que sea a la vista de los hombres, es completamente fructífera,
               porque Dios considera más con cuánto amor se trabajó que la canti-
               dad lograda.
                    El amor es de Dios. El corazón inconverso no puede dar origen ni

               producir esta planta cultivada por el cielo, porque ésta vive y florece
               solamente donde Cristo reina...
                    El amor no obra por ganancia o recompensa; sin embargo, Dios
               ha manifestado que toda labor de amor tendrá una ganancia como
               seguro resultado. Su naturaleza es difusiva, y obra en forma tranquila,
               sin embargo, es poderoso en su propósito de vencer grandes males.

               Su influencia enternece y transforma, y al apoderarse de la vida de
               los pecadores afecta su corazón aun cuando ningún otro medio haya
        [33]   tenido éxito.
                    Dondequiera que se emplee el poder del intelecto, de la autoridad
               o de la fuerza, y no se manifieste la presencia del amor, los afectos y

               la voluntad de aquellos a quienes procuramos alcanzar, asumen una
               actitud defensiva y rebelde, y su resistencia se multiplica...
                    El amor puro es sencillo en sus manifestaciones, y distinto de
               cualquier otro principio de acción. El amor por la influencia y el
               deseo de que otros nos estimen, pueden producir una vida bien or-
               denada, y con frecuencia una conversación sin mancha. El respeto

               propio puede inducirnos a evitar la apariencia del mal. Un corazón
               egoísta puede ejecutar acciones generosas, reconocer la verdad pre-
               sente y expresar humildad y afecto exteriormente, y sin embargo, los
               motivos pueden ser engañosos e impuros; las acciones que fluyen de
               un corazón tal pueden estar privadas del sabor de vida, de los frutos


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