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EMILIA PARDO BAZÁN
Condesa de P ardo Bazán. Introductora del naturalismo en España.
Precursora en ideas como los derechos de las mujeres y el feminismo.
Antecesoras
16 de septiembre de 1851 - 12 de mayo de 1921.
Doce de mayo de dos mil veintiuno. Cien años de la muerte de Emilia P ardo
Bazán. P aseó su mente y su cuerpo por el siglo XIX y principios del XX.
Heredera de los principios de la Ilustración, gran defensora y divulgadora
de ellos. Afrontó la libertad tanto de pensamiento como a nivel personal.
P ardo Bazán concentró todo su esfuerzo en la escritura utilizando
la palabra como herramienta para dejarnos sus ideas progresistas y
liberadoras. Fue novelista, poeta, ensayista, gastrónoma, periodista,
biógrafa, crítica literaria, conferenciante, cronista, esposa y madre;
amante de Galdós durante veinte años, fue una mujer que hizo lo que
quiso. T odo le interesaba, disfrutaba de todo lo que la vida le ofrecía.
No tuvo complejo ninguno y cualquier género tuvo en la pluma de P ardo
Bazán la mejor artista. T uvo la capacidad de disfrutar siendo otros en
sus novelas, de atrapar el sentir de los demás.
Hija única, sus padres le procuraron profesores para que la instruyesen
y la enviaron a un colegio francés durante la estancia de la familia en
Madrid. En su casa pudo disponer de una gran biblioteca y contó con el
apoyo de su padre, que creía fi rmemente en la igualdad de hombres y
mujeres.
Escribió más de veinticinco novelas, tan famosas como «Los P azos de
Ulloa» o «Insolación». En esta última algunos han creído ver un refl ejo
de la corta relación que mantuvo con Lázaro Galdiano. «La T ribuna» es
la primera novela naturalista escrita en España, ella se interesó por esta
corriente y en sus muchos viajes a P arís acudía a las tertulias de Emile
Zola, considerado el padre del naturalismo.
Escribió muchos artículos para la prensa y en una recopilación que hizo
de todo lo publicado en el periódico «La Época» se editó un libro: «La
cuestión palpitante» sobre realismo y naturalismo. Escribir sobre estos
dos movimientos era muy arriesgado para una mujer, se consideraban
corrientes ateas y pornográfi cas en una España muy conservadora.
Era 1882 y su marido, José Quiroga y Pérez Deza, disgustado por toda
la polémica suscitada por el libro, le planteó el dilema del matrimonio o la
literatura. Ella eligió la literatura. Una decisión muy valiente en aquel tiempo
en el que no había divorcio y nos enseñó que las mujeres, siempre que
puedan, deben luchar y tener presente su vocación. Aunque lo primero
que nos deberían enseñar en las escuelas es a preguntarnos por nuestros
deseos, por lo que nos gustaría ser y las metas a las que querríamos
llegar, sin criticarnos.
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