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semejante otros muchos nombres que pudiéramos traer a cuenta-, mas no
por eso adoraron ídolos con nombre de Trinidad, ni tuvieron tal nombre
en su lenguaje, como adelante veremos. Si el demonio pretendía hacerse
adorar debajo de tal nombre, no me espantaré, que todo lo podía con aque-
llos infieles idólatras, tan alejados de la cristiana verdad. Yo cuento llana-
mente lo que entonces tuvieron aquellos gentiles en su vana religión. Deci-
mos también que el mismo nombre chaqui, pronunciada la primera sílaba
en lo alto del paladar, se hace verbo y significa haber sed o estar seco o
enjugarse cualquiera cosa mojada, que también son tres significaciones en
una palabra.
CAPITULO VI
LO QUE UN AUTOR DICE DE LOS DIOSES QUE TENIAN
E N LOS papeles del Padre Maestro Bias V aleta hallé lo que se sigue, que,
por ser a propósito de lo que hemos dicho y por valerme de su autoridad,
holgué de tomar el trabajo de traducirlo y sacarlo aquí. Dícelo hablando de
los sacrificios que los indios de México y de otras regiones hacían y de los
dioses que adoraban. Dice así: "No se puede explicar con palabras ni ima-
ginar sin horror y espanto cuán contrarios a religión, cuán terribles, crue-
les e inhumanos eran los géneros de sacrificios que los indios acostumbra-
ban hacer en su antigüedad, ni la multitud de los dioses que tenían, que sólo
en la dudad de México y sus arrabales había más de dos mil. A sus ídolos
y dioses llaman en común TéutL En particular, tuvieron diversos nombres.
Empero, lo que Pedro Mártir y el Obispo de Chiapa y otros afirman, que
los indios de las islas de Cuzumela, sujetos a la provincia de Yucatán, tenían
por Dios la señal de la cruz y que la adoraron, y que los de la jurisdicción
de Chiapa tuvieron noticia de la Santísima Trinidad y de la encamación de
Nuestro Señor, fue interpretación que aquellos autores y otros españoles
imaginaron y aplicaron a estos misterios, también como aplicaron en las
historias del Cuzco a la Trinidad las tres estatuas del Sol que dicen que
había en su templo y las del trueno y rayo. Si el día de hoy, con haber
habido tanta enseñanza de sacerdotes y obispos, apenas saben si hay Espí-
ritu Santo, ¿cómo pudieron aquellos bárbaros, en tinieblas tan oscuras, te-
ner tan clara noticia del misterio de la encarnaci6n y de la Trinidad? La ma-
nera que nuestros españoles tenían para escribir sus historias era que
preguntaban a los indios en lengua castellana las cosas que de ellos querían
saber: los farautes, por no tener entera noticia de las cosas antiguas y por no
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