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honraban  por  autores  de  las  virtudes  morales,  como  fue  Quezalc6sthl,  dios
           aéreo, reformador de  las  costumbres.  Otros  por patrones de la  vida  humana,
           por sus  edades.  Tuvieron  innumerables  imágenes  y figuras  de  dioses  inven-
           tados  para  diversos  oficios  y  diversas  cosas.  Muchos  de  ellos  eran  muy  su-
           cios.  Unos  dioses  tuvieron  en  común,  otros  en  particular.  Eran  anales,  que
           cada año  y cada uno  los  mudaba  y  trocaba  conforme  a  su  antojo.  Y  desecha-
           dos  los  dioses  viejos  por infames  o  porque  no  habían  sido  de  provecho,  ele-
           gían  otros  dioses  o  demonios  caseros.  Otros  dioses  tuvieron  imaginados
           para  presidir  y  dominar  en  las  edades  de  los  niños,  mozos  y  viejos.  Los
           hijos  podfan  en  sus  herencias  aceptar  o  repudiar  los  dioses  de  sus  padres,
           porque  contra  la  voluntad  de  ellos  no  les  permitfan  reinar.  Los  viejos  hon-
           raban  otros  dioses  mayores  y  también  los  desechaban,  y  en  lugar  de  ellos
           criaban  otros  en  pasando el  año o  la  edad del  mundo  que  los  indios  declan.
           Tales  eran  los  dioses  que  todos  los  naturales  de  México  y  de  Chiapa  y  los
           de Guatemala y los de la  Vera Paz  y  otros  muchos  indios  tuvieron,  creyendo
           que  los  que  ellos  escogían  eran  los  mayores,  más  altos  y soberanos  de  todos
           los  dioses.  Los  dioses  que  adoraban  cuando  pasaron  los  espa.fioles  a  aquella
           tierra,  todos  eran  nacidos,  hechos  y  elegidos  después  de  la  renovación  del
           sol en  la  última  edad,  que,  según  lo  dice  Gómara,  cada  sol de  aquéllos  con-
           tenía ochocientos y  sesenta afias,  aunque  según  la  cuenta  de los  mismos  me-
           xicanos  eran  mucho  menos.  Esta  manera  de  contar  por  soles  la  edad  del
           mundo fue cosa común  y usada  entre  los  de  México  y  del  Perú.  Y  según  la
           cuenta  de  ellos,  los  años  del  último  sol  se  cuentan  desde  el  año  del  Señor
            de mil  y  cuarenta  y  tres.  Conforme  a  esto  no  hay  duda  sino que los  dioses
           antiguos,  que  (en el  sol  o  en  la  edad  antes  de  la  última)  adoraron  los  natu-
           rales  del  Imperio de México,  quiero decir,  los  que  pasaron seiscientos o  sete-
           cientos  años  antes,  todos  (según  ellos  mismos  lo  dicen)  perecieron  ahogados
           en  el  mar,  y  en  lugar  de  ellos  inventaron  otros  muchos  dioses.  De  donde
           manifiestamente  se descubre  ser  fa.Isa  aquella  interpretación  de  leona,  Bacab
           y  Estruac,  que  dice  que  eran  el  Padre  y  el  Hijo  y  el Espíritu  Santo.
                "Toda  la  demás  gente  que  habita  en  las  partes  septentrionales,  que
           corresponden  a  las  regiones  septentrionales  del  mundo  viejo,  que  son  las
           provincias  de  la  gran  Florida  y  todas  las  islas,  no  tuvieron  {dolos  ni  dioses
           hechizos.  Solamente  adoraban  a  los  que Varr6n  llama  naturales,  esto es,  los
           elementos,  la  mar,  los  lagos,  ríos,  fuentes,  montes,  animales  fieros,  ser-
           pientes,  las  mieses  y  otras  cosas  de  este  jaez,  la  rual  costumbre  tuvo  prin-
           cipio  y  origen  de  los  caldeos  y  se  derramó  por  muchas  diversas  naciones.
           Los  que  comían  carne  humana,  que  ocuparon  todo  el  Imperio  de  México
           y  todas  las  islas  y  mucha  parte  de  los  términos  del  Perú,  guardaron  bes-
           tialísimamente  esta  mala  costumbre  hasta  que  :reinaron  los  Incas  y  los
           españoles".  Todo esto  es  del  Padre  Bias  Valera.  En otra  parte dice  que los
           Incas no  adoraban  sino  al  Sol  y  a  los  planetas  y  que  en esto imitaron  a  los
           caldeos.

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