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muchas  en  España,  y así le  llaman  por  renombre  la  yerba  santa.  Otra  yerba
        alcanzaron  admirabilísima  para  los  ojos:  llámanla  matecllu.  Nace  en  arroyos
        pequeños;  es  de  pie,  y  sobre  cada  pie  tiene  una  hoja  redonda  y  no  más.
        Es  como  la  que  en  España  llaman  oreja  de  abad,  que  nace  de  invierno  en
        los  tejados;  los  indios  la  comen  cruda  y  es  de  buen  gusto,  la  cual  mascada
        y  el  zumo  echado  a  prima  noche  en  los  ojos  enfermos,  y  la  misma  yerba
        mascada  puesta  como  emplasto  sobre  los  párpados  de  los  ojos  y  encima
         una  venda por  que  no  se  caiga  la  yerba,  gasta  en  una  noche  cualquier  nube
        que  los  ojos  tengan  y  mitiga  cualquier  dolor  o  accidente  que  sientan.
             Yo  se  la  puse  a un  muchacho  que  tenía  un  ojo  para  saltarle  del  casco.
        Estaba' inflamado  como  un  pimiento,  sin  divisarse  lo  blanco  ni  prieto  del
        ojo,  sino  hecho  una  carne,  y lo  tenfa  ya  medio  caído  sobre  el  carrillo,  y  la
        primera  noche  que  le  puse  la  yerba  se  restituyó  el  ojo  a  su  lugar  y  la  se-
        gunda  quedó  del  todo  sano  y  bueno.  Después  acá  he  visto  el  mozo  en
        España  y  me  ha  dicho  que  ve  más  de  aquel  ojo  que  tuvo  enfermo  que  del
        otro.  A  mí  me  dio  noticia  de  ella  un  español  que  me  juró  se  había  visto
        totalmente  ciego  de  nubes  y  que  en  dos  noches  cobró  la  vista  mediante
        la  virtud  de  la  yerba.  Dondequiera  que  la  veía  la  abrazaba  y  besaba  con
        grandísimo  afecto  y la  ponía  sobre  los  ojos  y  sobre  la  cabeza,  en  hacimiento
        de  gracias  del  beneficio  que  mediante  ella  le  había  hecho  Nuestro  Señor  en
        restituirle  la  vista.  De  otras  muchas  yerbas  usaban  los  indios  mis  parientes,
        de  las  cuales  no  me  acuerdo.
             Esta  fue  la  medicina  que  comúnmente  alcanzaron  los  indios  Incas  del
         Perú,  que  fue  usar  de  yerbas  simples  y  no  de  medicinas  compuestas,  y  no
        pasaron  adelante.  Y  pues  en  cosas  de  tanta  importancia  como  la  salud
        estudiaron y  supieron  tan  poco,  de  creer  es  que  en  cosas  que  les  iba  menos,
        como  la  Filosofía  natural  y  la  Astrología,  supieron  menos,  y  mucho  menos
        de  la  Teología,  porque  no  supieron  levantar  el  entendimiento  a  cosas  in-
        visibles;  toda  la  Teología  de  los  Incas  se  encerró  en  el  nombre  de  Pacha-
         cámac.  Después  acá  los  españoles  han  experimentado  muchas  cosas  medici-
        nales,  principalmente  del  maíz,  que  llaman  zara,  y  esto  ha  sido  parte  por
        el  aviso  que  los  indios  les  han  dado  de  eso  poco  que  alcanzaron  de  medica-
        mentos  y  parte  porque  los  mismos  españoles  han  filosofado  de  lo  que  han
        visto,  y  así  han  hallado  que  el  maíz,  demás  de  ser  mantenimiento  de  tanta
        sustancia,  es  de  mucho  provecho  para  mal  de  riñones,  dolor  de  ijada,  pa-
        sión  de  piedra,  retención  de  orina,  dolor  de  la  vejiga  y  del  caño.  Y  esto
        le  han  sacado  de  ver  que  muy  pocos  indios  o  casi  ninguno  se  halla  que
         tenga  estas  pasiones,  lo  cual  atribuyen  a  la  común  bebida  de  ellos,  que  es
        el  brebaje  del  mafz,  y  así  lo  beben  muchos  españoles  que  tienen  las  seme-
        jantes  enfermedades.  También  la  aplican  los  indios  en  emplastos  para  otros
        muchos  males.




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