Page 58 - SALVADOR BORREGO ARMA ECONOMICA
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y que su aplicación llevaría inevitablemente al de-
sastre". (Pero no fue así).
2. Trueque. Teniendo pocas reservas de oro y de di-
visas, y mucha necesidad de importar materias pri-
mas, Hitler optó por el trueque de mercancías. Así
le daba la vuelta al sistema de la Cúpula Financie-
ra, atado al cambio de divisas. Al respecto, Hitler
dijo: "El sistema alemán de dar por un trabajo rea-
lizado noblemente un contrarrendimiento también
noblemente realizado, constituye una práctica más
decente que el pago por divisas que un año más
tarde han sido desvalorizadas en un tanto por cien-
to cualquiera. Hoy nos reímos de esa época en que
nuestros economistas pensaban con toda seriedad
que el valor de una moneda se encuentra determi-
nado por las existencias en oro y divisas deposita-
das en las cajas de los bancos y, sobre todo, que el
valor se encontraba garantizado por éstas. En lu-
gar de ello hemos aprendido a conocer que el va-
lor de una moneda reside en la energía de produc-
ción de un pueblo". (30, I, 1939).
3. Autarquía. En este punto Hitler puso en acción la
teoría del filósofo alemán Juan Teófilo Fichte, de
que un país debe procurar su propio abastecimien-
to y depender lo menos posible del extranjero Con-
secuentemente, se usaron plásticos para suplir al-
gunos metales; zapatos de piel de pescado; grasas
extraídas de la semilla de uva; azúcar de betabel;
recuperación de los tubos vacíos de pastas dentífri-
cas; gas en vez de petróleo; hule sintético en vez
de hule importado; de las papas se extraían azúca-
res; plásticos endurecidos en vez de cobre; purifi-
cación del aceite usado; proteínas de pescado como
complemento alimenticio, gasolina extraída de la
hulla, y otros productos sintéticos mediante los cua-
les disminuyó la dependencia del extranjero.
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