Page 155 - Egipto Tomo 1
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Contra los pueblos semitas veíase obligado á dirigir con frecuencia sus armas: ¿debe
pues causar extrañeza que cuidara de oprimir y ocupar en penosos trabajos, á los pueblos
afines á sus enemigos, que dejaba á sus espaldas, establecidos en la Delta? Papirus de
notoria antigüedad contienen las noticias que un inspector de los hebreos dirigía á sus jefes,
poniéndonos al corriente de la continua vigilancia que ejercia el gobierno sobre los obreros,
atendiendo al par incesantemente, á su bienestar material. Los empleados hacen un entu-
siasta elogio de los atractivos del país de Tanis y de la tierra de Gosen: y las representaciones
figurativas de los sepulcros tebanos nos ponen ante los ojos las cuadrillas de obreros en
plena actividad. Unos acarrean agua valiéndose para ello de odres que llenan en una
alberca; otros arrancan arcilla; otros
amasan el barro; éstos fabrican ladrillos
valiéndose de moldes de madera; aqué-
llos los llevan de un sitio á otro en
cuanto están secos; los de más allá los
apilan, en tanto que el capataz con la
vara en la mano vigila los trabajos. Sus
rostros nos dicen que no son judíos,
sino otros hijos del Asia que, mucho
tiempo antes, en el reinado de Thut-
mosis III , habían sido llevados á Tébas,
según nos advierten las inscripciones,
«para que fabricaran ladrillos para res-
taurar los almacenes de la ciudad de
»Ammon.» La leyenda puesta en la otra
pintura dice: «Prisioneros que trajo el
»rev, para los trabajos del templo de su
» padre Ammon.» En otra inscripción se
hace un caluroso elogio de la vigilancia
MENEPHTAH
. .
empleada por los capataces, y se dirigen
súplicas á los dioses para que recompensen al rey que se ha dignado distribuirles vino y
provisiones en abundancia. Uno de los capataces dice dirigiéndose á los trabajadores:
«Empuño la vara, conque, no hay que ronceai..»
Imposible contemplar tales objetos sin retraer á la mente los penosos trabajos en que se
empleaban los hijos de Judá. Acaso es obra suya el derrumbado muro sobre el cual perma-
necí sentado horas enteras en Tanis, la ciudad de Ramses; acaso en estos mismos charcos
que ayer atravesé, la atribulada madre de Moisés depuso la sencilla cuna de mimbres dentro
de la cual dormia su tierno hijo. El Faraón ante el cual realizó Moisés sus estupendos
prodigios residía en Tanis, según expresa rotundamente el Salmista: de aquí salió el grito
de rebelión en que prorumpieron las masas esclavizadas; de aquí partió Menephtah con sus