Page 159 - Egipto Tomo 1
P. 159

GOSEN
                   144
                 denuesta; pero el aludido que tiene tan viva la imaginación como suelta la lengua, exclama
                 sin vacilar:  «Sabido es que  no hay animal con joroba que no  se tenga por  camello.»
                 Y así á este tenor.
                   Terminada la venta,  los pescadores se empeñaron en que les comprara un pelicano  a
                 dos hermosas garzas reales que hablan cogido vivos en  las aguas del lago. Su tarea no
                 les produjo grandes beneficios, pues sólo tienen sobre los productos un reducido tanto por
                 ciento, quedando el resto para el que tiene arrendada la pesca del lago de Menzaleh, para
                 la cual, según me dijeron, paga anualmente 1.500,000 pesetas.
                   Conducido por unos pescadores de Matariyeh, visité  el lago.  Éste es grandísimo, está
                                separado del mar por una estrecha lengua de tierra. Su extensión
                 sembrado de  islillas y
                 no es menor que la del ducado de Sajonia-Meningen, siendo tal el número de pájaros de
                 toda especie que le pueblan, que según cálculo del sabio Brehm, no baja de sesenta mil
                 libras la cantidad de pescado que diariamente han menester para alimentarse. Viéndolo,
                 se concibe por verosímil  el donoso cuentecillo  del barón de Münchhausen, de quien &e
                 cuenta que disparando su escopeta, en  la cual por distracción dejara metida la baqueta,
                 habia ensartado una bandada de patos. Especialmente en la época de la puesta,  lo mismo
                              islas, que los cañaverales del lago, están materialmente atestados de
                 la superficie de las
                 alados habitantes que retozan, juguetean, se persiguen y se remontan por los aires dando
                 gritos de alegría. No se tome pues por fantástico ó por lo ménos exagerado  el bellísimo
                 dibujo de Gentz que damos en  el texto. Patos, ocas, cigüeñas, garzas reales, pelicanos,
                                                          lugares donde posan, solo
                 Abu-moncis y  flamencos de pintado plumaje, de cuyos nidos y
                 tienen conocimiento, entre los habitantes de Menzaleh, contados cazadores; gaviotas, go-
                                                 dorados que son verdugos de los alados
                 londrinas  de mar,  águilas y  aleones negros y
                 asesinos de los peces, encuéntranse reunidos en numerosas bandadas en ese paraíso pajaril.
                 El cazador que navega de una á otra isla puede estar seguro de no gastar pólvora en salva
                 por más tiros que dispare, sobre todo como rija por  sí mismo su pequeña barquilla. El
                 agua tiene poquísima profundidad y las islas más bajas sólo quedan cubiertas en las épocas
                 de inundación: en cuanto á las altas, con no serlo gran cosa, son llamadas por los pes-
                 cadores, Gebel, es decir «montañas.»
                    Indelebles imágenes de un mundo en  el cual se ven apenas huellas de  la mano del
                  hombre; representaciones encantadoras de una naturaleza exhuberante cual pudiera serlo la
                 de las épocas primitivas, tranquila y en todo rica de vida, asaltaban mi fantasía en tanto
                  que un barco pescador de Matariyeh, groseramente dispuesto, me conduela de aquí para
                 allá sobre la superficie de ese lago, que aún hoy dia es el encanto del cazador, y que un
                  dia acaso,  ó mejor indudablemente,  dentro algunas docenas de años,  será reducido  a
                  tierras de cultivo.
                    No cabe dudar que grandes espacios del mismo, cubiertos al presente por las aguas,
                  fueron en otros tiempos fértiles praderas en las cuales el aldeano apacentaba sus rebano^.
                  Hoy, no obstante y tener el lago comunicación directa con el mar, por medio de algunas
   154   155   156   157   158   159   160   161   162   163   164