Page 64 - Egipto Tomo 1
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ALEJANDRIA MODERNA
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                                       de embarrancar, cuantos barcos penetraban en  el
              =iendo común  el  peligro que corrían   el que hoy  se conoce con
              puerto por  vez  primera.  En cuanto  al  otro, precisamente el privilegio de fondear, estaba
              el nombre de Puerto Viejo, en el cual sólo los turcos tenían
              llamado & cegarse en un porvenir no lejano, gracias á la proverbial incuria musulmana que
              consentía á.los capitanes arrojar en él el lastre.
                El estado de la población era tan miserable, que por carecer de todo, carecía hasta de
                       si en la época de la inundación del Nilo no se había llenado el canal que lo
              agua potable,
                                              de mezquina apariencia: en su mercado
              enlazaba con la ciudad. Las casas eran bajas y
              no se veian más que contados puestos de dátiles  , y  escasos acopios de ciertos panes redondo»
                achatados semejantes á tortas: las calles veíanse obstruidas por montones de escombros
              y
                de basura: turbaban  el  silencio de  la noche  el graznido  del buho y  el aullar de los
              y                                si podían encontrarse media docena de
                      en  las abandonadas murallas apenas
              chacales: y
                                         La ciudad de Alejandría, en otros tiempos tan
               cañones en estado de prestar servicio.
                                          consunción  al comenzar  el presente  siglo. Al
               pujante y  poderosa, perecía de miseria y
               presente, en que éste ha entrado en su último cuarto, ha recobrado aquella su salud y su
               robustez: cierto que es un enfermo aún; pero es un enfermo que convalece sin alternativas
               y  con gran rapidez.
                 Examinemos ahora la serie de circunstancias que influyeron en que perdiera sus flores
                          cuáles han sobrevenido para que brotaran las que hoy ostenta.
               el árbol lozano, y
                                Ya en  el siglo primero después del nacimiento del Salvador,
                                                                      por
                              difundióse rápidamente el cristianismo por el valle del Xilo y
                               Alejandría.  Xo  falta quien dice que  el evangelista San Marcos
                               predicó en dichas regiones la nueva doctrina, para cuya aceptación
                               se hallaban  los  egipcios más bien  dispuestos que  otro pueblo
                               alguno de  la antigüedad , por lo mismo que desde épocas remo-
                               tísimas habíanse acostumbrado á conceder importancia principalí-
                               sima á los asuntos de la muerte  , considerando la tierra como mera
                               hospedería ó lugar de  pasada, y como morada verdaderamente
                               digna del hombre, lo que existe más allá. Los iniciados de entre los
                               sacerdotes, veneraban al Dios Único que manifestaban al pueblo
                               bajo nombres y formas múltiples.  Simbolizaban  el curso de  la
                             I
                               existencia por medio de un mito bellísimo, cuyo héroe triunfaba de
                    isis cox nono
                               la muerte, de  las tinieblas y  del pecado: sus imágenes de  Isis
               amamantando á su tierno hijo Horo, constituyen  las primeras representaciones conocidas
               de una Madre de Dios con  el Nulo:  ni  la penitencia,  ni sus obras eran para ellos cosa
               nueva  ó desconocida;  tanto que en  la misma Alejandría encontrábanse aisladas celdas,
               dependientes  del templo  de Serapis , en  las cuales piadosos  solitarios desencantados  del
               mundo, encerrábanse huyendo la batalla de  la vida y sus placeres;  y un satírico romano
               hace blanco de sus burlas á las devotas de  Isis, que cumplían, sin replicar, las penitencias
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