Page 65 - Egipto Tomo 1
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ALEJANDRIA MODERNA 45
impuestas por los sacerdotes, aunque fuesen éstas tan duras como sumergirse en el Nilo
en medio de los rigores del invierno, para purgar veniales faltas de sensualidad. Y, sin
embargo, semejante docilidad, que tan ridicula le pareció al romano gentil, era elemento
poderosísimo para que el cristianismo hiciera no pocos prosélitos en las márgenes del
Nilo. También encontró la Buena Nueva, sazonado terreno en la numerosa comunidad
israelita existente en la ciudad de Alejandro, por lo mismo que el inflexible deismo
mosáico de la colonia hebrea, habíase paulatinamente relajado merced á las investigaciones
filosófico—religiosas á que se entregaran sus jefes espirituales, educados á la griega, y no
hablando ni escribiendo otro idioma que el usado por sus maestros los griegos. Fundióse,
pues, en feliz maridaje la religión de Oriente con la filosofía occidental: la nueva
doctrina, procedente de la Palestina, fué acogida en las márgenes del Nilo con los brazos
abiertos, y sus fugitivas tradiciones, llegadas á Alejandría, la ciudad de los filósofos pensa-
dores y de los intérpretes, sostenedores del método, fueron vaciadas en un molde definitivo
y establecidas sobre fundamentos tan sólidos, que el mismo Occidente se dejó vencer por
su encanto, persuadido de que no cabia en manera alguna la refutación.
Puede decirse, pues, que el cristianismo nacido en Palestina, tuvo en Alejandría su
educación v desenvolvimiento.
No tenemos porqué referir las tremendas batallas que la comunidad cristiana de Alejan-
dría debió reñir con sus señores paganos: los dias de persecución que atravesaron los
cristianos, conócense en la historia con el nombre de época de los mártires; y más de uno
de los que vertieron su sangre para dar testimonio de su fe en las verdades de la Iglesia
católica, sufrieron su suplicio en Alejandría. Justo es consignar, sin embargo, que elevado
el cristianismo á la dignidad de religión de Estado, tuvo también sus mártires el paganismo;
v si mueve á compasión la dulce figura de santa Catalina, no conmueve menos la de la
cándida poetisa griega Hypatia, muerta á palos por los fanáticos monjes que obedecieron
ciegos las órdenes del obispo Cirilo.
Ya en el siglo tercero el patriarca Theonas, juzgó conveniente consagrar en ella una
iglesia dedicada á la Virgen María. En el cuarto, muerto el apóstata Juliano, que trabajara
vanamente para devolver á los dioses el lugar que ántes ocuparan, el Egipto entero
se sometió al cristianismo; empero la doctrina de paz del Salvador del mundo no fué bastante
á calmar el espíritu turbulento y levantisco del abigarrado pueblo alejandrino, ni á enfriar
el ardor de su sangre bullidora. El instinto comercial de aquellos ciudadanos tan
impresionables y tan propensos á arrebatarse, falto de objetivo, encontró en el terreno de la
fe asunto apropiado para nuevas perturbaciones; y así como en otros tiempos se lanzaban
á la calle con fútiles pretextos y por cuestiones de no nada, cuando se trató de discutir
sobre opiniones dogmáticas, empuñaron las armas con el mismo ardimiento y con idéntica
decisión. No faltaban en la ciudad razonadores, críticos, rebuscadores de palabras que se
emplearan en la obra de analizar y discutir le naturaleza de Cristo, á la manera que en
otro tiempo habian sometido á exámen detenido y minucioso los sistemas filosóficos, las
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