Page 406 - Fantasmas
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FANTASMAS



               Se la llevó  a un  hombre  que reparaba viejas máquinas  de
         escribir y otros  aparatos  eléctricos  y éste se la devolvió  en per-
         fecto  estado, pero  ya nunca  más  volvió  a escribir  sola.  Perdió
         la costumbre  durante  las tres  semanas  que pasó en  el taller.
               Cuando  era  una  niña,  Elena  había  preguntado  a su  pa-
         dre por qué bajaba al sótano  todas  las noches  a inventar  his-
         torias,  y él le había  contestado  que  lo hacía  porque  no  podía
         dormir  hasta  haber  escrito  algo. Escribir  cosas  estimulaba  su
         imaginación  hasta volverle  capaz  de crear una  noche  llena  de
          dulces  sueños.  Ahora  a Elena  le inquietaba  la idea  de que  la
          muerte  de su  padre  pudiera  ser  una  vigilia eterna  y sin des-
          canso.  Pero  no  había  nada que pudiera hacer  al respecto.
               Cuando  ocurrió  esta historia  Elena tenía veintitantos  años
         y, cuando  su  madre  murió —anciana  ya, e infeliz,  aislada no  só-
          lo de su  familia  sino del mundo  entero—,  decidió  mudarse,  lo
          que significaba vender  la casa  y todo lo que había en  ella. Aca-
          baba  de empezar  la limpieza  del sótano  cuando  se  descubrió
          sentada  en  las escaleras,  releyendo  las historias  que  su  padre
         había escrito  después de su  muerte.  En vida había renunciado
          a enviar  sus  manuscritos  a las editoriales,  desanimado  por los
          continuos  rechazos.  Pero  a Elena  le pareció  que  en  su  obra
         póstuma  había  mucha  más  «vida»  que  en  sus  anteriores  es-
         critos, y que  sus  historias  de encantamientos  y sucesos  sobre-
          naturales  eran  especialmente  fascinantes.  En el curso  de las se-
          manas  siguientes  se  dedicó  a recopilar  las mejores  en  un  solo
         volumen  y empezó  a enviarlo  a distintas  editoriales.  La res-
         puesta  de la mayoría  fue que  las antologías  de autores  desco-
          nocidos  no  tenían  posibilidades  comerciales,  pero  pasado  un
         tiempo tuvo  noticias  de un  editor de un  sello independiente  al
         que  le habían  gustado  las historias,  y que  afirmaba  que  el pa-
         dre de Elena  tenía  un  talento  especial para describir  lo sobre-
         natural.   -
               —Así  es  —fue  la respuesta  de Elena.




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